♦️I: Diego.♦️

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Imagina que eres algo así como una "amiga de la familia". El señor Hargreeves nunca obtuvo la autorización para adoptarte, pero si consiguió el permiso para que pasarás las vacaciones en la academia y poderte entrenarte. Muchos del equipo te consideraban el factor sorpresa.

Cada verano lo esperabas con más y más ansias, te encantaba estar en la academia, entrenar, poder convivir con chicos como tú y más aún... pasar tiempo con Diego.

Tienes la habilidad de cambiar la forma de los objetos, un simple popote puede volverse una escopeta gracias a ti, o un osito de felpa en un cuchillo solo para Diego, tal vez por lo bien que se complementan sus poderes ustedes también lo hicieron.
Ambos eran inseparables, desde que tienes uso de razón te gusta, y una parte de ti cree que el sentimiento es mutuo.

—Desearía que no tuvieras que irte,—te dice mientras caminan por la biblioteca.—todos son unos idiotas aquí, es aburrido estar sin ti.

Sonríes avergonzada, ese chico te vuelve loca.

—Vamos afuera a practicar, tu padre se molestará si nos ve vagando entre sus preciados libros.

Pasan la tarde entrenando, tú lanzas objetos al aire y antes de que choquen contra el suelo los conviertes en dagas o cuchillos que Diego maneja a diferentes puntos. Estuvieron así durante horas hasta que Pogo, el mono mayordomo de los Hargreeves les habla para comer.

Como de costumbre, todo es silencioso. La comida concluye y el padre de los chicos les permite irse, excepto a ti y a Diego, un pequeño susto te recorre.

—Los vi entrenando solos, parece que van mejorando, pero aún les falta demasiado por aprender. Número ocho, me parece absurdo que esperes a que las cosas estén a menos de diez centímetros para que las conviertas, el punto es que a la altura de tu rostro ya hayan cambiado.—asientes mientras él deja de verte severamente para posar su vista en el chico.—Número dos, viéndolos, noté que te falta precisión, ¿estabas jugando acaso, o es que no estabas concentrado? Cualquiera que sea la respuesta es inaceptable, has mostrado un mejor desempeño en ocasiones anteriores y me niego rotundamente a que retrocedas.—les da la espalda a ambos, fijando su vista en la ventana.—Número ocho, no olvides empacar, mañana es el día de tu partida. Pueden retirarse.

Ambos asienten aunque él no los pueda ver.

—No puedo creer que mañana te vayas, siento como si acabaras de llegar.

—Lo se, odio tener que irme, ojalá mis padres me dejaran quedarme aquí todo el tiempo.—ambos se recargan sobre sus respectivas puertas. Tu habitación y la de Diego están frente a frente.

—Ya quiero que sean vacaciones.—hace una mueca de disgusto y tú no puedes evitar sonreír, te parece tan tierno.

—Aún no acaban y ya quieres que empiecen, bobo.—ambos ríen.

Te acercas a golpear levemente su pecho cuando él, antes de que lo notes, ya te sostiene entre sus brazos firmemente. Es un abrazo raro, como si nunca hubiera dado uno, pero no te importa, levantas tus brazos y los cruzas al rededor de su cuello acortando aún más la poca distancia que los separa. Él te aleja un poco y aunque al principio nuestras resistencia cedes ante la fuerza que aplica, no se separan tanto como creíste, sus narices quedan a escasos centímetros, sientes el calor elevarse por tus mejillas, Diego te sonríe tiernamente, se acerca solo un poco y hace lo que por tanto tiempo anhelaste: te besa.
Sientes sus cálidos y suaves labios sobre los tuyos y no puedes pensar en otra cosa más que en lo feliz que eres y cuánto tiempo quieres que ese momento dure, y como no hacerlo si tu primer beso es tan maravilloso como lo imaginaste siempre.

Excepto claro, por un penetrante olor a tequila y limón que emerge a un lado de ustedes.
Se separan rápidamente.

—Vaya, vaya, vaya, al fin llegaron al diez.—ambos observan al claramente ebrio Klaus con duda. Este bufa exasperado.—Ya saben, porque tú eres número ocho, y tú número dos; si lo sumas da diez.—asienten, al fin comprendiendo lo que dice.—Idiotas.

Sin decir nada más, los tres entran a sus respectivas habitaciones, odiarían que el señor Hargreeves los encontrara ahí. Aunque claro, tú y Diego se sonríen como un par de bobos enamorados antes de cerrar la puerta.

Umbrella Academy: todo para un fan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora