NUEVE: Algunos secretos deben permanecer ocultos

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El ambiente era tenso. Por más que Sana estuviera ignorando a su padre, se podía sentir que estar sentada allí era lo último que quería.

Habían llegado a una cafetería al aire libre, cerca del centro de la ciudad. Los edificios se alzaban a los lados y las personas parecían haber olvidado la lluvia que estuvo azotando a Seoul la semana pasada. Ahora había un radiante y caluroso sol de medio día justo sobre sus cabezas, por suerte estaban sentados en el lado de las sombras.

«¿porque eres así con nuestro con padre?» le había preguntado JungKook a su hermana, esa misma mañana antes de arrastrarla a la cafetería.

«soy así con todos» Sana estuvo bufando y rodando los ojos

JungKook sabía que no era cierto, que su hermana era cálida y amorosa. Excepto en el último tiempo, pues la chica pasaba con el ceño fruncido y un cuaderno en las manos. Sus exámenes de medicina estaban cada vez más cerca y el humor de Sana no eran los mejores en esas épocas.

Pero eso no explicaba el gran resentimiento que tenía por su padre.

Hace unos meses JungKook pensó que podría deberse al divorcio, pero deshecho la idea rápido. Sana se mostraba bien junto a su madre, pero por alguna razón parecía detestar a su papá.

Ahora allí, sentados en esa pequeña mesita de café, JungKook no dejaba de ver cómo Sana ignoraba a su papá.

Y como su papá no parecía su padre.

Tras el divorcio la señora Kira había manchado el nombre del señor Jeon, le hizo perder su trabajo y le volcó su reputación. El señor Jeon se había mantenido firme en buscar trabajo y juntar dinero, incluso seguía vistiendo con esos trajes elegantes y relojes de su colección.
Pero JungKook no le había visto por un mes y su padre se convirtió en otra persona.

Ahora tenía camisetas sin mangas y jeans, su cabello no estaba pulcramente peinado con gel y tenía barba de días. Incluso las ojeras bajo sus ojos habían aumentado drásticamente.

Eso le estaba preocupando.

—¿cómo va la escuela, kookie?- le preguntó su papá. Parecía nervioso mientras miraba a los lados.

A JungKook le invadió añoranza cuando escuchó su apodo de pequeño. Como extrañaba que le llamaran así.

—JungKook no ha ido a la escuela por dos semanas- respondió Sana por él. El pelinegro le entregó una mirada fruncida a su hermana, pero ella se hizo la desentendida.—¿no se lo dijiste, hermanito?

—JungKook...

—no estoy atrasado- se defendió el pelinegro.— además Tae me presta las tareas. No han hecho nada del otro mundo hasta ahora.

—de todos modos no debes faltar a clases. Tu mamá paga por tu educación- le recordó el señor Jeon. Luego tragó fuerte y pareció el mismo hombre derrotado que JungKook había visto al llegar a la cita.— y hablando de tu mamá,  ¿saben cuándo vuelve?

Sana soltó un bufido muy audible.

—sigue en Europa- JungKook se encogió de hombros

No tenía nada más que decir, pues en realidad no sabía mucho. Su mamá seguía incomunicada y si no fuera porque mandaba fotos todos los días, el pelinegro ya estaría preocupado.

Otra historia de amor | K O O K M I N Donde viven las historias. Descúbrelo ahora