DIEZ: El arte de conocer y sentir

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Cuando menos se dio cuenta se vio así mismo sentado bajo el árbol, en el patio exterior de la escuela.

No supo porque terminó allí, pero lo agradeció.  Llegar a casa y ver a su hermana era lo último que quería.

El clima cálido le hizo cerrar los ojos y recostar su cabeza en la corteza.

¿cómo se le pudo ocurrir que llevar a Sana a las fuerzas sería buena idea?

O peor aún, ¿porque su padre había ocultado eso? ¿Por eso no quería recibir el dinero que le venía ofreciendo desde hace meses?

Cuando sintió un pequeño golpesito en el hombro abrió los ojos y se encontró a Jennie. A su lado estaba Rose y ambas le miraban con preocupación.

Tenía sentido, pues JungKook no las veía desde hace dos semanas y cuando las chicas llamaban él prefería no responder.

—creí que habías muerto- le dijo Jennie. Su amiga se sentó a su lado, dándole una sonrisa.

—o que fuiste abducido por alienigenas- Rose en el último tiempo había estado muy metida en eso de las conspiraciones. Ella permaneció de pie por su jean blanco.

—no ocurrió nada de eso- contestó. Sus ánimos sin embargo seguían por los suelos.

Y las chicas se dieron cuenta de ello.

—¿estás bien, nene?- le preguntó Jennie. Ella siempre había sido así de preocupada.

Quería decirle, pero al mismo tiempo no.

Una cosa era fumarse porros de vez en cuando, pero otra muy distinta que tu padre sea traficante. Eran MUY distintas.

Pero se prometió así mismo que se los diría. No importaba si se demoraba semanas, de todas formas, Jennie y Rose siempre le daban la confianza para que él cuente sus cosas.

Agradeció tener a las chicas justo en ese instante.

JungKook respiró profundo. Iba a decirles, pero en ese momento vio como Lisa y JiMin iban directo hacia ellos.

—en otro momento será- dijo en cambio.

Lisa estaba un par de pasos adelante y ni bien llegó delante él frunció el ceño.

—pareces a punto de desmayarme, JK- le dijo en broma.

Pero JungKook no le prestó atención. No porque la chica le cayera mal, de hecho, podía decirse que ambos hablaban y tenían mucho compañerismo. JungKook se había distraído.

Se distrajo con el rubio que le miraba atento.

¿era su idea o JiMin se veía más caliente de lo normal?

Por el repentino calor, JiMin solo venia usando jeans claros y una camiseta negra, su cabello rubio estaba perfectamente revuelto y se mordía el labio a cada rato.

¡Esos labios! JungKook permaneció mirándolos más de la cuenta.

—¿hello?- Lisa chasqueó sus dedos casi sobre la cara del pelinegro. Eso le hizo mirar a la chica.—amigo, respira un poco.

Otra historia de amor | K O O K M I N Donde viven las historias. Descúbrelo ahora