—¡NO! ¡Nunca los van a adoptar por no servir de nada! ¡Ni su madre los quiso!
Me levanté lo más rápido que pude.—¡Maddie, no!
Ignoré las advertencias de las demás y me dirigí con paso firme a la habitación de donde provenían los gritos.
—¡Y no lloren por algo que es cierto! ¡Así que pónganse a trabajar o...!
—¿¡O qué!?— abrí la puerta de un golpe y todos voltearon a verme con sorpresa.
—¡Awww... miren!— se dirigió ahora a mí con esa sonrisa arrogante que tanto odio.—¡Pero si es Madison haciéndose la heroína, como siempre!
—Y usted es Obdulia. Sí, ya nos conocemos— me crucé de brazos.
—Mira, pequeña— se me acercó cada vez más pero yo no me inmuté.—Eres la persona más irritante que conozco, así que vete o el castigo será para ti.
Mis ojos viajaron por todo su arrugado rostro hasta dar con sus ojos de nuevo.—Entonces que lo sea, pero deje de gritarle esas cosas a los niños.
—Muy bien.— y en un santiamén me encontraba tambaleándome por un golpe.
Y sí, justo en el diafragma. Auch.
—¡Maddie!— exclamó alguien que no pude identificar.
—Es un ser miserable— se me salió mientras tosía.
—¿De veras?— fingió asombro.—¡Pues nadie se da cuenta si se trata de seres superiores! ¡Así que no me interesa!
La ví de la forma más horrible e intimidante que pude y respondí.
—Podrá sentirse superior, pero veo que jamás tendrá amor.
—¡El amor es un invento de motivación para los inútiles!, ¡No existe!
—Tiene razón. Para usted no.
¡Já! Casi puedo escuchar la canción de Turn Down for What en mis oídos.
Claro que dejó de sonar cuando me dio otro golpe ¿verdad?
—Grábate esto, Madison— levanté la mirada.
—¡Ya déjela!— suplicaban unos.
—¡Por favor pare!— gritaban los niños entre llantos.
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Save Me ©
RandomMadison es una adolescente que lleva diez años viviendo en un lúgubre orfanato lleno de inocentes niños, todos odiando a la dueña del lugar. Anheló irse desde que llegó, ¿pero qué pasa cuando una familia le cae del cielo y ese proceso de adopción...