T R E C E

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—¡Tú no irás a ningún lado!

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—¡Tú no irás a ningún lado!

—¡Suél... ta... me!— siseaba, asustada pero a la vez furiosa.

Lo malo era que Obdulio también abrazaba mis brazos, y si le apuntaba, las ondas terminarían llegándome a mí también.

Pero a Sam... más les vale que lo suelten.

—Pero miren qué buena cacería— me acarició la mejilla, dándome náuseas.

Foutu pédophile— solté indignada.

—Francesa. Me encantan las francesas.

Vi por el rabillo del ojo a Sam retorcerse e intentar golpearlo repetidas veces.

—¿Y le encanta que le digan "maldito pedófilo"? Porque fue lo que hice.

 Gruñó y presionó su agarre, haciéndome toser.

¿¡Qué se traen todos con mi diafragma!?

Piensa Maddie, piensa. ¿Qué ha sido lo que detonó tu 'energía'?

Mis manos y...

—¡¡AHHHH!!— mi grito fue mi salvación porque sí detonó ondas sonoras demasiado... altas.

Obviamente, Obdulio me soltó para tapar sus oídos, al igual que el otro, dejando a Sam deslizarse hasta el suelo, tentando su cuello y recuperando oxígeno.

—Dulces sueños— tosió, chasqueando los dedos. Inmediatamente los tipos cayeron, comenzando a roncar.

—¡Sam! Sam, Sam, Sam— repetía acercándome a él, poniéndome en cuclillas—. ¿Estás bien? ¿Te hizo daño?

Negó con la cabeza, alzando la mirada—. ¿Y tú? ¿Te hizo algo el pudofil?

Reí—. Es pédophile

—Bueno, eso entendí— acotó.

—Y no, no me hizo nada mas que asustarme.

—Qué bueno, en serio— exhaló—. Por cierto, ¡lo del grito fue genial!

—¡LO SÉ!— grité, emocionada y luego carraspeando—. Digo, lo sé, lo sé— actué más natural y él soltó una risilla—. ¿A ti no te hice daño?— negó con la cabeza—. Eso me extraña y alegra a la vez— sonreí, pasando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

Pero luego...

—¡Ay no! ¡El desayuno! ¡Salgamos de aquí!

Asintió y salimos lo más rápido que pudimos usando las llaves —que para nada son robadas—. Claro que espero que Sam las haya devuelto, no quiero más sustos, no por hoy ni nunca.

Conforme nos acercábamos a la mansión, más terror sentía correr por mis venas.

Es decir, ya es tarde.

Save Me ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora