—Así que— decía Tim en la banca de la plaza en la que nos encontrábamos— Irás por un vestido— insinuó lamiendo su helado de chocolate.
—Así es— contesté lamiendo el mío—. Hablando de eso, ¿sabes dónde se metieron tu mamá y tu hermana?
Ambos giramos nuestras cabezas hasta donde nuestros cuellos nos permitían—. No, ni idea, de pronto desaparecieron.
—Bueno... Espero que no empiecen a ver sin mí— solté un ruido irónico.
—Nah, seguro sólo fueron a una de esas tiendas de interiores aburridas, les fascinan— se encogió de hombros.
Reí un poco, y los dos aprovechamos parva saborear nuestros helados. Y de pronto, no sé ni cómo ni por qué, me salió lo siguiente:
—Oye Tim— quise retractarme, pero ya me había dado su atención—. Cuéntame de los Boyer.
—¿De nosotros?— repitió, arqueando las cejas.
—Sí, de la familia. Qué hay de su historia— proseguí, aparentando estar desinteresada.
—Ah... Los Boyer— suspiró—. ¿Por dónde empiezo?
—Por donde quieras— sonreí son verlo a los ojos.
—Pues... Te contaré desde donde sé— dijo—. La cosa empieza hace unas tres generaciones, mi bisabuelo, François Boyer, todo un francés, se casó con una mujer inglesa, cuentan que muy bonita y famosa, jamás la conocí. Ellos tuvieron cinco hijos, entre ellos mi abuelo, Gail Boyer-
No pude más y estallé a reír, interrumpiéndolo.
—Perdón— decía, calmando mi respiración—. Es que es difícil tomarte en serio cuando suenas como un pionero— negué con la cabeza.
—No sueno así— se defendió, aunque también comenzó a reírse.
Es difícil tomarte en serio cuando pareces un árbol de navidad andante.
Eso que alguna vez le dije al mago, resonó en mi cabeza. Como si mi subconsciente me quisiera dar una cachetada.
—Bueno, bueno, prosigue— finalicé luego de unos segundos, ignorando los escalofríos que de pronto me dieron—. No sabía que eran franceses.
—Seh... Tenemos raíces— respondió—. Como decía, mi abuelo se casó con Hilda Adanson, la mejor abuelita del universo— sonrió y sonreí con él—. Bueno, ellos se mudaron aquí a Oregon y tuvieron también cinco hijos, entre ellos mi mamá.
—¿Cinco?— asintió— ¿Entonces por qué viven siete en la mansión?
—Se colaron tres de sus primos, hijos de los hermanos de mi abuelo.
Sacudí la cabeza.—Espera... Dices que tu abuelo tuvo cinco hijos contando a Stacy— asintió lentamente—. Y si se colaron tres a la mansión, eso da ocho, no siete— desvió la mirada.—¿Quién falta?
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Save Me ©
RandomMadison es una adolescente que lleva diez años viviendo en un lúgubre orfanato lleno de inocentes niños, todos odiando a la dueña del lugar. Anheló irse desde que llegó, ¿pero qué pasa cuando una familia le cae del cielo y ese proceso de adopción...