¡yo me opongo! ♡one-shot♡

parte unica

Su camino hacia el altar era ansioso, si no fuera por la persona que lo retiene el novio ya habría sido devorado a besos por el demente de Grell. Unos con una mirada atónita, otros con una sonrisa casi insana, burlándose para sus adentros de lo que iría a acontecer, la gran boda había sido planteada hace apenas dos días y miren donde ya todos se encontraban.

En una iglesia, presenciando la boda de Sebastian Michaels con el shinigami Grell 'desquisiado' Sutcliff.

¿quién era la persona que detenía al loco de Grell a tirarse encima del novio?

Esa persona era Claude, el cual regañaba con la mirada a su joven amo, quien se contenía a no lanzarle lo primero que se le cruzará a la estupida cara de Sebastian.

Este ultimo estaba nervioso, sabía que estaba cometiendo una tontería que probablemente se arrepentiria por lo que le quedará de existencia, sin embargo ya había llegado demasiado lejos, todavía no era tarde como para tirarse de la primera ventana que viera y salir corriendo lejos del pelirrojo ¿cierto?

Sebastian que era la encarnación del miedo mismo, y Grell que era la encarnación de un pequeño demonio bebé tratando de llegar a su presa lo más rápido posible; se miraban el uno al otro, en cuanto los presentes, no hay mucho que decir, sólo que muchos se aguantaban las ganas de estallar en carcajadas al ver la cara del gran mayordomo Sebastian Michaelis.

Mientras que nuestro querido conde Alois Trancy era retenido por nuestra estimada Elizabeth Midford de ir a darle la paliza de su vida al pendenjo de Sebastian, la rubia no lo iba a negar, ella también quería molerlo a golpes. Pero aún no era el momento de hacerlo. Se reprendió mentalmente.

Una vez Claude dejo al novio en el altar salio corriendo a tratar de tranquilizar a su joven amo, que por alguna extraña razón había conseguido un jarrón que estaba dispuesto a aventar.

El padre comenzó con su palabrería, que esto y que lo otro, que ante no se que y ante no se cuanto, la salud, la enfermedad, y no se que otras cosas más, lo que sí se es que el pelirrojo tenía la vena de su frente brotada, lista para anunciar a los presentes que mataría al padre si no se apresuraba. El de ojos rojos como la sangre rogaba a cualquier deidad de la tinieblas o incluso del cielo, no le importaba si le tenía que rogar a Dios sólo para que ese matrimonio se lo metiera alguien a quien si le entre por el...

-"_sebastian Michaelis, ¿acepta a Grell Sutcliff, como su futuro esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en las buenas, las malas y las recontra que peores... hasta que la muerte los separe o en este caso hasta que alguien alce la mano y diga '¡yo me opongo!'?_"- el pelirrojo miro mal al padre que se dedicaba a ver a la puerta de la iglesia a la espera de ser azotada. (¿porque la puerta de la iglesia estaba cerrada? Fácil, porque a nuestra escritora se le dio la gana.)

Todo el mundo quedó mudo con excepción de undertarker que se reía de manera sutil por las palabras del padre.

El azabache se puso a meditar, recordanque que hace apenas una semana atrás estaba en la habitación de su joven amo, abrazandolo, respirando ese aroma que el desprendía y que lograba bloquear todo sentido de logica.

-"_...Sebastian..._."- el susurró o amenaza, como lo quieran considerar, llegó hasta los oído del azabache, que recordó una vez más la razón del porque se encontraba en ese momento en el altar.

-"_Acepto_."- hablo decidido.

-"_...te arrepentiras..._."- susurro casi automaticamente el padre que tocio en busca de remendar su error, y de paso quitarse la mirada de Grell que más parecía una 'de esta no sales vivo' mirada.

-"_Grell Sutcliff, ¿acepta a sebastian Michaelis como su futuro esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en las buenas, en las malas y en las insoportables... hasta que la muerte los separe, o vuelvo y repito hasta que a alguien se le de la gana de cagar está boda?_."- el padre una vez mas recibió la mirada de profundo odio hacia su persona, y otra de agradecimiento por aunque sea darle algo de esperanzas al pobre azabache.