• El Castillo Del Rey •

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Era hace una vez, en las afueras del gran castillo al centro de Glich, un bosque en cual el silencio reinaba, aquel silencio que acabó con el sonido de una flecha atravesando el cráneo de un venado.

Unas botas pesadas se acercaron rápidamente a inspeccionar al animal.

- Yah... - el hombre de la flecha pateó ligeramente el cadáver y susurró- iba hacia el corazón, la cabeza ya no sirve... -

Minghao, un joven pero rudo cazador real, cumplía con el turno de la madrugada asesinando todo lo que pueda llegar a la boca del rey.

Mientras el sol se asomaba, el chico subió al venado a la parte trasera de su carretilla, y se dedicó a regresar al castillo, por ahora su deber había acabado.

Ya en las afueras de este, y una vez entregado el pobre animal fallecido, los guardias detuvieron al joven cuando este quiso retomar el camino a su hogar

El consejero real corrió a paso apresurado hacia el chico y tomó aire al llegar, enderezando su postura.

- ¿Caballero Xu Minghao? -preguntó el sujeto de apariencia elegante- Es un placer tenerlo con nosotros -antes de que el muchacho pueda devolver un saludo, el consejero retomó la palabra- Estamos al tanto de su excelente servicio al Rey en los últimos nueve años, por tanto, se me manda a solicitar una charla breve con usted en este instante -¿Una charla?, ¿Con él? para el joven chico, era un privilegio enorme poder siquiera servir al rey, así que la noticia de su necesidad en el castillo casi lo deja de espaldas al suelo.

Con ansias respondió de la manera mas respetuosa posible.
- ¡Pero claro! - y sin muchas vueltas más, fue escoltado al castillo.

🏰

El espacio era lujoso, demasiado para la época.

Los candelabros de velas eran tan majestuosos e inmensos que daban vértigo, y los detalles de oro en cada pequeña esquina no eran menos de lo que la realeza merecía.

Para Xu Minghao, quien daría lo que fuese por vivir ahí, era toda una obra maestra.

En el salón principal se encontraba una larga fila de baldosas grises y blancas, y el rey Bumzu se hallaba sentado en el trono al final de ellas.

En menos de un segundo, el arquero se arrodilló frente al rey, y este amablemente le ordenó ponerse de pie.

- Es un placer conocerlo su majestad, esperé por años este momen... -dijo Hao de manera agitada.

- Mejor no demos mas vueltas hijo, esto es importante y necesito tu atención -comenzó el rey- Una situación de vida o muerte nos mantiene entre la espada y la pared, en este momento el reino enemigo puede hacernos caer en sus manos.

- ¿A que se refiere mi rey? -preguntó Minghao después de pedir permiso a la palabra.

- Me refiero a una emboscada; como ya bien se sabe, nuestras tierras están siendo acechadas desde hace años por el reino enemigo -El rey se levantó y caminó hacia el cazador, como si se tratase de un padre hablando a su hijo- Pero hace poco, recibimos de fuentes confiables información sobre un plan de batalla en nuestra contra, un plan que puede acabar con una gran parte del país, si no es que con todo.

Hao se vio preocupado, su reino era su hogar, y el pondría las manos en el fuego por su gente, por su Rey.

A falta de una familia, el pueblo en que creció era todo para él.
Le dolía el alma saber tal información, pero el rey volvió a tomar la palabra antes de poder opinar.

- Escucha chico -Bumzu se aproximó y tocó su hombro- eres un hombre fiel, esta tarea no podría ser otorgada a nadie tan apto como mi mejor cazador.
Necesito que lleves una carta de "alerta por guerra" a los soldados de la frontera -el Rey volvió a su asiento- podría mandarla por ave, pero los enemigos pueden llegar a tumbarla si se les hace sospechosa, no podemos fallar en un momento tan crucial ¿lo entiendes? -Hao asintió- ¡Perfecto!, mis hombres te alistaran con alimento, agua, una carreta, armas y un hipogrifo, muy útil para hacer viajes largos sin muchas paradas.

- Confio plenamente en que voy a lograrlo su alteza -el chico de cabellos negros volvió a arrodillarse- no voy a fallarle mi rey.

-Claro que no hijo -sonrió el Rey- Claro que no.

🌲

Alistarse de materiales le tomó alrededor de una tarde al cazador.

Pero mentalmente, sentía que nunca estaría listo para partir.

El sabía que lo conseguiría, pero el miedo no se iba solo con saberlo.
No quería fallarle al rey, ni a su pueblo, ni a los soldados.
El chico no tenía padres ni hermanos de sangre, pero fue criado por la calle y los vecinos, en especial por los soldados.
Desde que fue encontrado en la cesta por un oficial hasta que comenzó a trabajar por su cuenta a los diecisiete, nunca había necesitado proteger a alguien como ahora estaba a punto de proteger a su país.

Nunca se había sentido tan importante, es un sentimiento que nadie podía quitarle, ni siquiera él mismo.

Era el amanecer del primer día de su viaje, y el último de su vida sin sentido, porque comenzaría la aventura con la que había soñado toda su vida.

La carreta estaba atascada con estacas, y unos soldados amigos terminaban de fijar al hipogrifo a las maderas.
La comida y el agua estaban listas, y la carta estaba sellada en un cofre de madera y metal, a insistencia del joven Xu.

Los pocos habitantes y soldados que fueron a despedirlo terminaron por saludarlo con abrazos, besos y comida de esa mañana, cosas que Minghao guardó en su corazón con cariño.

El chico subió a la carreta, y luego de voltear a ver a quienes eran sus amigos y familia, tiró de las cuerdas y comenzó a alejarse de su pueblo.

Cuando los saludos de las personas comenzaron a escucharse muy bajo, y la luz del sol alumbraba la tierra del amanecer, su viaje ya había comenzado.

"Que Viva El Rey" - JunhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora