• Junhui •

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Las ruedas del vehículo se sacudian al compás del camino.
El rey Dino conducía el carruaje en silencio, junto a Seungcheol y Jihoon haciéndole compañía.

Minghao no estaba junto a ellos, él había pasado todo el tiempo en la parte de atrás, haciéndole compañía al cuerpo ya fallecido de su mejor amigo.

El cazador solo se mantenía sentado en el suelo del carruaje, no se había atrevido a separarse de él .
No podía apartar la vista de su rostro, palido y calmado como nunca había imaginado verlo.

Luego del incidente y de ordenar a los hombres atender a los heridos, emprendió camino hacia el hogar de Joshua junto al resto del equipo.

Habían abrigado a Jun con una manta gruesa para mantenerlo cubierto de la interperie, y Chan había tomado un conocido atajo hacia el hogar del mago, con el que si tenían suerte y si apuraban su paso, podrían llegar en un par de horas.

Pero de lo que no había forma, era traer de vuelta a Minghao, quien no soltaba la mano de Junhui ni por un segundo.
Miraba a un punto fijo frente a él y de vez en cuando, acariciaba las palmas del contrario con su pulgar, transmitiendole un poco de su calor como si fuese a servir de algo.

Metió su mano libre en sus bolsillos y de ahí, sacó aquella elegante carta que durante tanto tiempo había protegido.
¿Por qué la había puesto ahí en primer lugar?, ya no lo recordaba, todo lo ocurrido antes del accidente seguía siendo borroso en su mente, solo sabe que en algún momento acabó en su bolsillo.
Talvez planeaba revisar si realmente estaba vacía, o talvez fue un incentivo a la hora de luchar.

Pero eso ya no importaba, ya no le importaba la razón de la guerra, ya no le importaba Bumzu, lo único que le importaba era la fría mano de su compañero, la cual solía moverse con gracia y amabilidad, pero que ahora sólo era fría.

Miró al chico en el suelo, su cabeza se movía levemente sobre la almohada debido a los baches del camino, y a cada minuto que pasaba se veía mas pálido, mas vacío.

Pero para él, seguía siendo Jun, la persona más cálida que había conocido.

...

Jun pegó un salto desde la carreta en movimiento, consiguiendo que su hombro duela un poco.

El cazador se vio obligado a frenar repentinamente mientras el chico del bosque corría hacia unas flores que crecían en el prado. ¿Acaso estaba escapando?.

Jun eligió con su mirada las flores mas coloridas del lugar.
Solo tomó seis, de colores amarillo, rosa y azul, pero para él, fueron las mas hermosas del inmenso campo que se extendía a kilometros.

Volvió corriendo hacia la carreta, subiéndose con dificultad en ella gracias a su hombro lastimado, y al lograrlo, extendió el pequeño ramo de flores al chico junto a él.

- ¿Que se supone que estás haciendo?.

- Agradeciendote -Dijo como si fuese algo común entregarle flores a un casi extraño- Me salvaste en el bosque.

- Vamos, lo hice porque tu me dejaste ir, además yo fui quien te apuñaló, no tiene sentido agradecerme por algo así.

- ¡Solo acéptalas! -Jun metió las flores en el bolsillo de la camisa de Minghao, no lo había notado, pero tenían un ligero y dulce olor a cesped y miel.

O talvez no eran las flores quiénes olían así.

- Voy atrás a descansar, avisame cuando lleguemos muñeco- Jun palmeo la espalda del cazador y se dirigió hacia atrás con dificultad, ocultándose dentro de la carreta mientras el sol apenas comenzaba a ponerse.

"Que Viva El Rey" - JunhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora