Seis semanas más tarde, Eren colgó el teléfono y se quedó mirando al horizonte. La cabeza le daba vueltas.
Todavía estaba en Bellbird, tras pensárselo mucho y consultar con un abogado, escribió a Levi para decirle que le gustaría quedarse los seis meses que figuraban en el contrato original. Recibió una respuesta escrita y firmada por su secretaria en el que accedía a su propuesta.
Armin pasaba en aquel momento por la puerta del despacho con una pila de manteles en los brazos. Se detuvo y alzo las cejas hacia su jefe en un gesto de interrogación.
-Era Isabel Magnolia-le dijo Eren preocupada-. La secretaria de Levi.
Armin entró en el despacho y dejó los manteles sobre una silla.
-¿Qué quiere?
-Una comida para cuarenta personas la semana que viene. Van a celebrar una especie de conferencia durante los días anteriores y han decidido cerrar el evento con una comida.
-No se puede decir que haya avisado con mucho tiempo -comentó Armin-. Menos mal que tenías un día libre.
-Levi tenía planeado algo distinto, un crucero por el puerto, pero el pronóstico del tiempo anuncia lluvias y viento en Sídney. Aquí estará mejor. Aunque no puedo evitar preguntarme por qué no ha escogido otro sitio.
Armin torció el gesto.
-¿Por qué iba a hacerlo, si es el dueño del mejor lugar?
Eren sonrió sin ganas.
-En cualquier caso, preferiría que hubiera escogido otro lugar.
-Lo entiendo, considerando como terminaron las cosas entre vosotros dos -Armin recogió los manteles-. No te he preguntado nada, pero tengo ojos.
-Armin, has sido una torre de fortaleza y te agradezco mucho que no me hayas hecho ninguna pregunta -afirmó Eren con cariño-. Es que... no estoy muy seguro de cómo voy a estar.
-¡Vas a estar bien! Al menos ya puedes caminar sobre los dos pies. De acuerdo -Armin dejó otra vez los manteles en la silla y se sentó frente a Eren-. Vamos a ayudar a que estés todavía mejor. Vamos a dejarles impresionados. Organizaremos la mejor comida que hayan celebrado en su vida. ¿De qué trata la conferencia?
-De caballos -respondió Eren-. La empresa de Levi tiene pensado construir un centro ecuestre con establos, cuadras, pistas para trotar, hospital veterinario, piscina para caballos y todo lo demás. En la conferencia habrá entrenadores, veterinarios y jinetes.
-A mí me gustan los caballos -murmuró Armin pensativo.
-Y a mí -Eren mordisqueó la punto del lápiz que tenía en mano-. Eres un genio, Armin. Acabo de tener una gran idea gracias a ti. Como sabes, una de las carreras de caballos más famosas del mundo es el Derby de Kentucky.
Eren se giró hacia el ordenador y deslizó los dedos por el teclado mientras hacía varias búsquedas.
-Tiene mucha tradición. Se bebe julepe de menta, y se come una especie de guiso con ternera, pollo, cerdo y verdura -Eren leyó la pantalla-. Al parecer, envuelven al caballo ganador en una manta tejida con quinientas cincuenta y cuatro rosas -alzo la vista para mirar a Armin-. No tenemos que utilizar tantas, pero necesitamos un caballo.
-Desde luego, no podemos contar con Raiven. Mordería a todo el mundo -objetó Armin.
-No, pero no sé con qué sustituirlo. Aunque aparte de eso, ¿no estaría bien servir julepe de menta, el guiso con una receta auténtica y que los camareros fueran vestidos como jockeys?