Seis meses más tarde, Eren y Armin estaban reunidos para hablar del próximo evento: un bautizo. Eren no había tenido que presionar demasiado a Armin para que dejara su trabajo, porque el joven no estaba muy contento en Sídney. Lo había recibido con los brazos abiertos.
Lo primero que hizo Eren después de recompensarse de su encuentro con Levi el día anterior a la fecha en la que suponía marcharse, fue avisar a sus clientes de que Bellbird abriría pronto tras algunas reformas y mejoras.
Durante los siguientes dos meses, pasó todo el tiempo redecorando y, consultando con arquitectos y diseñadores.
Cuando terminó con las reformas, le resultó muy gratificante ver que tenía el primer mes casi completamente reservado.
Luego inauguró la suite nupcial, y la primera pareja que pasó allí la noche de bodas quedó tan impresionada que quiso quedarse unos días más.
Las atracciones infantiles no estaban todavía terminadas, pero las obras seguían su curso. Y durante todo aquel tiempo, no había vuelto a ver a Levi. Había mantenido su palabra, le había facilitado la realización de sus ideas, pero no había trabajado con él en ningún momento. Todo se había hecho a trabajo de su secretaria, Isabel, y con una cuadrilla de su empresa de construcción.
Y ahora le había pedido que se encargara de organizar el bautizo del hijo de Mikasa.
-No es uno, sino dos –le dijo a Armin cuando colgó el teléfono tras hablar con la hermanastra de Levi-. ¡Tiene mellizos!
Armin se echó a reír.
-No pasa nada. Pero cuéntame qué quiere.
-Bueno, el bautizo va a celebrarse en la iglesia del pueblo. Luego quiere un almuerzo ligero dentro de la casa o en el jardín, según el tiempo. Y luego, como habrá unos cuantos niños, quiere que los llevemos a la zona infantil.
-Ha llegado el momento de inaugurarla, ¿Cuánto tiempo tenemos para preparar esta celebración?
-Un mes. No tenemos que preocuparnos por la tarta para el bautizo. La va a preparar el abuelastro de los mellizos.
Armin sonrió con expresión traviesa.
-Ya te dije que era muy útil tener a un chef en la familia.
-Es verdad, lo dijiste –Eren hizo girar el bolígrafo entre los dedos y guardo silencio.
-¿Y qué pasa con su tío? –preguntó Armin tras unos instantes.
Eren lo miró alzando las cejas.
-Me refiero a Levi –se explicó Armin con cierta sorna-. El tipo del que estabas enamorado, ¿te acuerdas?
-No estaba enamorado –afirmó Eren de forma automática.
Armin se limitó a quedarse mirándole.
-De acuerdo –Eren cerró los ojos con irritación-. No tengo nada que decir de Levi. No le he visto ni he sabido de él desde hace meses. Podría haberse casado con una esquimal y yo no me habría enterado.
-Eso lo dudo –afirmó Armin poniéndose de pie-. Es demasiado alto para vivir en un iglú. Pero estaría bien que apuntalaras mejor tus defensas.
Eren se le quedó mirando sintiendo de pronto un gran dolor.
-¿Y cómo se hace eso? –preguntó con voz ronca.
-Diciéndote a ti mismo que, independientemente de lo que él piense, tenías tus razones para hacer lo que hiciste.
-Pero... ¿y si no estás tan seguro?