El día del bautizo de los mellizos de Mikasa fue un día para recordar. Hacía frío y llovía, como estaba previsto.
Eren fue a la cabaña y recogió su ropa.
Cuando iba a subirse otra vez al coche, Reiner lo interceptó. Iba conduciendo la camioneta cargada de sacos de abono. Se colocó a su lado y se inclinó bajando la ventanilla.
-Hola, Eren, me he enterado de la noticia. Por cierto, serás mucho más feliz cuando estés casado, ya lo verás.
Eren aspiró con fuerza el aire e hizo un esfuerzo por no perder la paciencia.
-Gracias, Reiner. Lo intentaré.
-Y felicita a Levi de mi parte. Supongo que sabe dónde se mete, aunque no muchos de nosotros nos damos cuenta -se rio y se marchó de allí.
Eren pensó en darle una patata a algo, pero se contuvo.
Todavía debía tener una expresión de furia cuando volvió a la suite nupcial, porque Levi le dijo al instante:
-¿Qué te pasa?
-Nada -Eren dejó la ropa-. ¿Por qué lo dices?
-Parece como si quisieras darle una patada a alguien -aseguró Levi.
Eren torció el gesto, pero luego se rio a su pesar y le contó lo de Reiner.
-Por supuesto que no estoy de acuerdo con él, cualquiera se atreve -respondió Levi con falsa seriedad.
Eren chasqueó la lengua.
Todos sois iguales. -guardo pausa un momento, y luego continúo-. Estoy muy nervioso, Levi. No sé si podré hacer esto.
-Eren -Levi le rodeó la cintura con los brazos-. Claro que puedes. Además, todos te conocen.
Eren le puso las manos en el pecho y abrió los ojos de par en par.
-¿Y tu madre? ¿Se ha enfadado?
-No. Me dijo que ya era hora de que sentara la cabeza. Mikasa me dijo lo mismo. Las dos parecían preocupadas, por no decir tensas -Levi frunció levemente le ceño-. Y eso fue antes de que le soltara la noticia.
Eren se relajó un poco.
-Espero que sea así. Lo que quiero decir es que no quiero ser el titular de la noche.
Levi inclinó la cabeza y le besó.
-Anoche fuiste mi titular. Tienes un modo único de empezar la casa por el tejado.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Eren al recordar la noche anterior.
-Fue maravilloso, ¿verdad? -murmuró con dulzura.
Levi lo abrazó, y luego, haciendo un esfuerzo, lo apartó de sí.
-Deberíamos vestirnos -sugirió-. Ya sabes que tenemos tendencia a dejarnos llevar.
Eren se rio, se puso de puntillas y le besó.
-Lo sé. Me voy.
Eren se puso un jeans ajustado y una camiseta amarilla con un chaleco gris azulado. Había decidido no llevar ningún tocado el bautizo, y no vio la necesidad de cambiar de opinión ahora que era un invitado. Se dejó el pelo suelto, como le gustaba a Levi.