Estaba listo a las siete en punto.
No le hacía mucha gracia recorrer solo la escasa distancia que lo separaba del restaurante. No era que tuviera miedo de que lo atacaran ni nada parecido, pero de pronto se sentía demasiado emperifollado y como fuera de lugar. Se metió en la pequeña cocina de la habitación para servirse un vaso de agua, pero el sonido de la puerta de la corredora de cristal que daba al jardín y a la piscina le llamó la atención. Se giró sobre sus preciosos zapatos nuevos.
Era Levi.
Iba vestido con un traje oscuro, camisa blanca y corbata azul marino.
Estaba muy serio, de un modo misterioso que enfatizaba sus rasgos asiáticos.
Se quedaron en aquella posición durante lo que les pareció una eternidad, mirándose el uno al otro a través de la cama.
Para Eren fue un momento extraordinario. En su conciencia quedaron implantados todos los rasgos de Levi, como la anchura de sus hombros bajo el traje.
Pero al mismo tiempo registró que tenía un aire de misterio. Como si solo conociera una parte de él. Eren se estremeció de pronto.
Levi se movió finalmente y le tendió la mano.
Él vaciló un instante y luego se acercó para tomarla.
-Estás fantástico –murmuró Levi al ver como ese traje resaltaba sus atributos.
Eren se humedeció los labios.
-Tú también.
-He venido a recogerte.
-Me alegro de que lo hayas hecho.
-Yo también –Levi lo atrajo hacia sí-. Alguien montando en un caballo blanco alado podría haberte llevado consigo.
Una sonrisa tembo en los labios de Eren.
Levi alzó la ceja.
-¿Era eso lo que te preocupaba?
-No –murmuró Eren mirándole-. Me siento un poco fuera de lugar. Y me daba un poco de vergüenza ir solo al restaurante. Así que me alegro de que hayas venido.
-Bien –Levi lo estrechó todavía más contra sí-. ¿Me está permitido besarte?
-Eso depende –él le puso las manos en el pecho.
-¿De qué depende?
-Si lo que tienes en mente es un beso suave de saludo, está permitido. Yo...
Pero Levi le interrumpió y lo inclinó un poco hacia atrás sobre su brazo.
-¿Qué te parece esto?
Eren mantuvo la compostura con gran esfuerzo.
-Si no me estropeas el peinado, me parece bien. Pero si lo haces...
-¿No volverás a hablarme? ¿Gritarás? –sugirió él con un brillo travieso en la mirada.
-No, me cambiaré e iré a correr por la playa. Y me compraré una hamburguesa para cenar.
Levi se incorporó sorprendido y Eren empezó a reírse.
-¿Es eso lo que de verdad prefieres hacer? –le preguntó él con asombro.
-¿Después de todo esto? –Eren se apartó un poco de él y se señaló la figura con expresividad-. No hablaba en serio.
Levi apretó los labios.