Celeste

690 88 0
                                    

Especial, esa era la primera palabra que rondaba su cabeza cada vez que ese color se presentaba en una conversación.
No era común ni mucho menos celeste, era efímero y sabia a enigma.
Era el color del arcoiris más difícil de definir y retratar en sus ojos faltos de tinte, pero también lo era para las personas con la paleta de colores completa.

Aveces era azul oscuro, otras no tan sombrío y en ocasiones era blanco pero nunca negro. Juliana gimoteaba de frustración preguntándose como es que podían haber tantas matices; nunca lo sabría con certeza.
El celeste era tan confuso como las mañanas con luna, insólito como las tardes sin murmullos y etéreo como las sombras en el firmamento de la noche. Fue por eso que cuando crecía junto a Valentina supo que ella era celeste, no podía ser otra.

En la secundaria Valentina era una chica popular con la que todos querían juntarse.
Ella podía hacer todo: podía bailar, tocar el piano, esquiar, ser buena en los deportes, era guapa y amigable; pero Valentina nunca tomó un curso de algo, ella solamente lo sabía todo y no sabía nada al mismo tiempo.

Juliana no podía entenderlo ni un poco.
En un momento la chica más alta era sus oídos, ojos, manos y sus fantasías, envueltos en un manto de armonía zigzagueante, donde sus corazones eran amplios y sinceros, hasta el segundo en que todo se desmoronaba y era bañada por una gota de alevosía y ahí era donde se daba cuenta que valentina ya la había arrebatado el aliento.

La mas alta parecía distraída y olvidadiza, y tal vez lo era; Juliana no estaba segura, porque ella era algo así como una genio que vagaba por las calles cuando no quería ir a casa luego de clases, Valentina no tenía una vida fácil.

Es una verdadera mierda no poder ver colores — mascullo Juliana mientras deslizaba sus lápices por aquella hoja blanca. Era azul, verde y rojo, pero podía ser amarillo o naranja, daba lo mismo para ella.

Juliana se sentía cómoda soltando sus frustraciones con la castaña, ella siempre estaba ahí e incluso cuando no sabía si en realidad le prestaba atención, eso estaba bien para ella.

Yo creo que eres afortunada — comentó sin dejar de dibujar en aquel papel grisáceo sobre la mesa del comedor del colegio, porque si, Valentina también podía dibujar.

Juliana levantó la mirada hacia ella arrugando profusamente las cejas y apretando tanto su boca en el momento que un deje de indignación comenzó a crecer exponencialmente en su torrente sanguíneo; no podía creer lo que acaba de escuchar.

Es decir, no creo que sea importante ver los colores, sino sentirlos como es lo que intentas encontrar — agrego de inmediato — Yo los he visto toda mi vida, pero nunca los había apreciado hasta que te conocí y me siento muy afortunada por ello, mientras que las otras personas vivirán eternamente completamente cegados por no saber de lo que se pierden.

Juliana relajo su semblante al escuchar a la castaña, ella no tenía malas intenciones.

Además cuando dicen "vida colorida", no sé refieren a los colores en sí, sino a la felicidad, así que pienso que cuando te sientas realmente feliz es cuando tu corazón verá los colores — y dicho eso la chica más alta estiró su mano para sujetar la de la morena — Ya sabes lo que dicen, para ver el arcoíris primero tiene que llover.

Entonces Valentina sonrió para ella, enseñándole a la morena lo linda que se veía haciéndolo.
Juliana supo que no podía estar molesta con ella.

Valentina era singular, impredecible e imposible de determinar. Ella veía las cosas de manera diferente, más inocente y aveces de manera más rebuscada. Era sumamente interesante y a Juliana no le quedó de otra que simplemente amar su encanto.

Valentina era celeste, no necesitaba más definiciones.

ARCOÍRIS [JULIANTINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora