Violeta

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Juliana no necesitaba sus ojos para ver el violeta, podía olerlo, podía tocarlo, buscarlo y digerirlo. Era dulce, tenso entre sus dedos, no sé mostraba ante los incisivos rayos del sol y eso era todo.

Cada letra que leía de los gruesos libros de la biblioteca o en la pantalla luminiscente del computador sobre ese color, siempre lo llevaba a lo mismo: una flor, la violeta.
Si el nombre fue puesto en honor a ella, pues entonces, ella atribuiría sus características también.
Muchos años esa flor fue el paisaje donde flotaba su fantasia, creyendo conocer todo lo que necesitaba y ser uno de los poco colores seguros en su vida.

Pero eso cambio el día que se reencontró con Valentina, cuando ella regreso de un viaje por Toronto. Claro, eso no lo supo hasta mucho tiempo después.

Valentina le fue asignada como tutora en matemáticas, cuando sus calificaciones no tenían intensión de retar a la gravedad y barrían el piso con números muy bajos. Juliana apestaba con los números.
Valentina, quien en los últimos años se había mantenido unida a la morena, pero demasiado ocupada en exposiciones de artes por su carrera, acepto ayudarla con una sonrisa encantadora. Tan encantadora como siempre.

Al comienzo, para Juliana no era más que un fastidio ser bañada de ecuaciones e integrales, pero a medida que pasaba el tiempo comenzó a facinarse con la manera en que la castaña movía sus gruesos labios con una paciencia infinita y desprendía frases abstractas y enredadas con voz afanosa cuando la morena al fin comenzaba a comprender algo.
También le gustaba su dulce perfume que seducía a su mente inestable y esos ojos redondos y brillantes, que le gustaban más que cualquier otros que hubiese visto antes.
Eran esos días cuando se sentia más relajada y dejaba de lado su papel de profesora seria, sacando su faceta más infantil y torpe que la morena conocía desde toda su vida, cuando el corazón de Juliana se derretía desgarbado y sin prisas.

Te gusta Valentina — escuchó tras suyo una voz familiar.

Juliana giro sorprendida hacia el mostrador de la biblioteca, donde una sonriente Ally le dió la bienvenida.
Ally era la encargada de la librería y también quien siempre le ayudaba con los libros interesantes, los cuales, la mayoría de veces trataba sobre colores; por lo que la chica bajita no tardó mucho para que conociera acerca de su acromatopsia congénita.

Juliana sólo la miro sorprendida, esperando alguna explicación, sin embargo, Ally sólo río y agrego: "pero aún estás muy violeta"

La morena iba a replicar aún un tanto confundida, pero fue cuando la figura delgada y elegante de Valentina cruzó el umbral de la puerta, su adrenalina y los nervios de se descubierta la congelaron, por lo que tal vez, solo tal vez, Ally podía tener la razón.

¿Al menos sabes el significado del color o de la flor? — pregunto Ally con un deje de incredulidad, a lo que la morena frunció los labios sin desear contestar.

No — admitió — Pero no es necesario, ya sé cómo es.

La chica mayor suspiro, ante la terquedad de la morena.

Fueron sesiones tras sesiones y Juliana nunca concreto nada con Valentina, no podía. Cada vez que abría la boca con la intensión de al menos insinuar sus sentimientos su garganta se cerraba, dejando como rehén a su voz.

Y camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.

Después de unas semanas de regresar,  Valentina comenzó a salir con una chico de último año al que llamaban Lucho; a Juliana no le quedó más que superar, lo que parecía su primer enamoramiento.

Solo quedo en violeta, ¿No?

La rubia no dijo nada, ofreciéndole una sonrisa decaída y una palmada en la espalda.

Ese amor por Valentina  fue como una violeta, floreció a finales de invierno, anticipando su vida llena de un júbilo de primavera y se marchito antes de la llegada del verano.
La violeta es clara y casi cruel, porque representa ese amor que no te sientes capaz de declarar, quedándose en un sentimiento calmo y sutil.

Juliana creía que la había superado, porque aveces extrañaba más los momentos con Valentina, que a la misma chica que se sentaba frente a ella cada miércoles y jueves.
Su amiga era feliz y eso era suficiente para ella.
Juliana solía pensar que si Valentina le hubiera dicho antes, quizá no se hubiese sentido tan feliz como lo era después, eso lograba sacarle sonrisas.

El violeta respresentaba paz, búsqueda de equilibrio y armonía en lo que hacía.
Ella solo supuso que lo logro o al menos lo lograría en un futuro cercano o bueno, eso era lo que decía Ally.

Juliana estaba ciega con este color, pero Valentina apareció con lo que parecía ser el verdadero violeta y Ally fue el hada madrina encargada de señalarla.

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Si ganamos les prometo escribirles una historia super linda, vamos, es por las niñas 😊

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