Prólogo

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Sucedió a mitad de la noche. Simplemente, esa cosa lo envolvió con su viscosa y fuerte forma. El chico, incapaz de gritar, escuchó cada palabra en su mente. Una corta presentación, una lista de tareas y un poco de su nuevo futuro. Su destino no podía ser tan malo, pero al escuchar las letras pequeñas, luchó por liberarse.

Aquella cosa entró por la boca del chico. Unos segundos de atragantamiento y luego, unos pasos firmes por la casa. Tomó un cuchillo de la cocina, fue hacia la habitación de sus padres y con la maestría de un asesino profesional, los degüello en un segundo mientras ellos dormían.

Lloró estoico mientras sus padres lo veían. La primera parte estaba hecha. Comprobó que tenía libertad limitada, pero ante una orden no podía hacer nada. Robó las tarjetas de crédito y caminó hacia un cajero automático. Le fue sencillo hackear y sacar todo el dinero de la cuenta y de la máquina. Sin dejar rastro, volvió. 

Se deshizo de los cuerpo y usó la computadora para hacerse con lo necesario. Ni en sus más dementes sueños se vio haciendo lo que hora ni planeando la mitad de las cosas. Pero no era él quien hacía todo eso. Lo sabía. Las lagrimas escurrían desbordadas cuando dio el último clic. Mañana iniciará su encomienda, la razón por la cual era un títere nuevo.

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