La real pesadilla

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Nalle despierta en la oficina de la directora. Está en la cama, libre, con su uniforme en su lugar y con la cosa que es la directora hablando por teléfono.

-Sí, se quedó a ayudarnos. En un momento yo la dejaré en su casa... Es una niña muy buena... Los veré en un momento -cuelga y se vuelve slime.

-Despertaste -Yoel camina hacia ella con un vaso de agua-. La primera vez que modificaron mi cuerpo, también sentí sed -Nalle está pálida-. No me avientes el vaso -la chica toma el agua e intenta estrellarlo en la cara del chico, pero no puede-. Es perverso e innecesario. No encuentro nada más estúpido que su procedimiento -se aleja. Camina hacia una silla lejana-. Cuando tragaste mi semen, perdiste gran parte de tu libertad. No puedes desobedecer una orden mía ni dañarme. Y después de que pariste una de esas cosas, olvídate de considerarte humana.

-¿Qué diablos eres?

-Soy como tú, pero sin tener que desfigurar mi cuerpo ni ser una maldita incubadora. Pero también tengo que ser... un maldito animal. Como los imbéciles que violan y matan mujeres, pero con un estúpido propósito: proporcionar desendencia a una raza enferma.

-¿Qué?

-¿Te acuerdas de esas películas donde los alienígenas llegan para apoderarse de los planetas? ¿Las animaciones donde seres extraterrestres llegan con un propósito o nos usan como ganado? Pues es algo así. En mi caso, yo soy un semental, y ustedes las yeguas.

-¡Qué pendejadas dices! ¡Me violaste, imbécil! Tú...

-Cállate -la chica cierra la boca-. Lo ves. Ni siquiera tuve que amenazarte -Nalle lo mira-. Habla.

-¡Qué madres sucede!

-Ya te dije. Eres una yegua, yo un semental, y esto pasará una y otra vez, por quién sabe cuántos años y no serás la única.

-¡Déjate de mamadas, Yoel! ¡Cómo puedes...!

-¡A mí no me gusta eso! Tener sexo con chicas sí, pero violarlas. Asesinar a las personas para tomar el control, ser esclavo de una puta civilización que posiblemente se masturba al ver como me cojo a las chicas. Claro que me desagrada.

-¡Entonces por qué lo haces!

-Ya te dije: estamos en el mismo bote, en diferente sección.

-¡Explícate! Por lo que queda de nuestra amistad.

-Ya te dije. Soy un maldito animal que controla una cosa verde como una serpiente. ¿Sentiste asco cuando metí mi pene en tu boca? Imagina un maldito miembro de dos metros que se mete en tu boca lentamente y luego recorre todo tu puto cuerpo, hasta que te conviertes en un maldito genio, con fuerza sobrehumana y con una sola misión: profanar a las mujeres para proporcionar crías a una especie desconocida. Suena a chiste malo, pero esa cosa me hizo matar a mis padre, a la directora y a toda la coordinación de la escuela.

-¿Por qué?

-Buscan vírgenes para que procreen. Me imagino que buscan cuerpos que no han recibido ninguna modificación, así es más sencillo que...

-No quiero recordarlo.

-Bueno, eso. No sé si sea así. Pero es lo que deduzco. Ahora, no sé cuánta me obligará a hacerles esto, así que no estarás sola.

-Que alivio.

-Sí... lo siguiente es... -Escucha la orden. No puede evitar recordar cuando dijo que estaba deprimida, suena tan ridículo ahora-. Como te dije: lo peor no fue la violación.

-Yo no...

-Lo harás. 

-¿Y si...?

-No funciona así. Nada de clichés hollywoodenses. Es una orden -la directora vuelve a formarse-. Come, ríe y en la noche lo harás.

Nayeli abraza a sus padres en cuanto llega a su casa. Besa a sus hermanos y prepara la cena. Ríen, charlan, recuerdas los mejores momentos. Un viaje en familia, cuando ella tuvo a cada uno de sus hermanos en sus manos. Los cumpleaños con todos sus amigos, su primera fiesta de adolescente y su primer enamoramiento. Le cuenta todo a sus padres y termina todo con un Los amo.

Al anochecer, se escabulle a la habitación de sus hermanos. Uno tiene siete y el otro cinco. Duermen tranquilos y profundamente. No se despiertan cuando ella saca una esfera de platino, la coloca en el piso y se transforma en una araña. La toma y la coloca en el menor de cinco años. El arácnido mecánico coloca el rostro del chico frente a su enorme aguijón. Entierra la punta en la frente del niño y comienza a succionar todo.

Los ojos desaparecen, la lengua y las orejas. La cabeza se convierte en una pulpa rosada, el cuerpo sigue. Se escuchan los huesos romperse, la carne atorarse en el aguijón. En unos minutos, el niño ya no existe.  Sigue con el otro mientras Nalle se desplaza hacia la habitación de sus padres, sosteniendo un enorme cuchillo.

Igual que Yoel, degüella a ambos. La máquina limpia succionando todo rastro de fluidos. Al terminar, crea cuatro slimes que se posan en la sala.

La chica hace sus maletas. Llora mientras mete toda la ropa, objetos personales y demás cosas. Termina, se dirige a la puerta y sale. Enfrente, yace la directora esperándola frente a un carro. Entra y en silencio mira por la ventana.

No le importa que las casas se vean más abandonadas ni la cantidad de vagabundos, drogadictos y demás personas peligrosas. Llora y tararéa un canción. Cuando el carro entra a un estacionamiento, alza la cabeza. La puerta izquierda se abre y mira a Yoel.

-Bienvenida a tu nueva casa.

-No pude hacer nada -dijo-. Lo vi matando a mi hermano, y no dude al cortarles el cuello. ¿No hay...?

-No. Y mejor no pienses en eso -se da la vuelta y camina hacia un elevador. La chica lo sigue-. A veces le pregunto cosas a esa cosa. Está en mi mente, dándome ordenes. 

-¿Por qué...?

-¿Por qué así? Ni idea. Pero le pregunté por qué tanto misterio, aunque la respuesta era obvia. Si la especie local se da cuenta, habrá problemas, y en la desesperación final, se aniquilarían para evitar ser esclavos. Así que es mejor hacerlo de esta manera, tendrán sus granjas sin que haya peligro de que el ganado se asesine.

-Genial. Yo pensaba que solo eran unos idiotas.

-Quizá, pero por ahora, no lo sabemos.

IncubadorasWhere stories live. Discover now