Destruyendo el cielo y el infierno

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Karina baja del carro junto con su madre. La señora tiene una mirada severa, el cabello corto, una mueca permanente de incomodidad, enojo y desaprobación, piel morena clara y mide 1.60. Su hija apenas alcanza el 1.45 de estatura, tiene el cabello corto, ojos negros, la misma tez sólo que con acné en sus mejillas, un poco encorvada y con la mirada siempre en el piso. Ambas traen pantalones holgados de color café, un suéter carmín con cuello de tortuga, la señora tacones bajos y la chica unas zapatillas baratas.

-¿Aquí es? -habla la madre observando el barrio. Un condominio en medio de una zona de clase media alta-. Demasiado lejos y no vi nada bueno de camino aquí. Espero que la chica no te meta nada en la cabeza.

-No, mamá -su voz es tan baja que parece un murmullo.

-Bueno... te recogeré a las 7, ni un minuto más, y nada irte por ahí. Vas a ayudar a esa... a tu compañera y se acabó. Por lo menos -entra a su auto- servirá para tu admisión a la Universidad de Santa Julti. -toca el claxon. Unos segundos después, Susana abre la puerta y se acerca al carro. La señora le dedica una mirada furibunda y se marcha.

-Tu mamá es muy agradable - Karina asiente-. Vamos a estudiar.

Entran a la casa, caminan por el pasillo en penumbras, completamente vacío; pasan por el arco de la izquierda y llegan a la sala-comedor. Hay una larga mesa rectangular frente a una pantalla plasma. Entre el televisor y el mueble, se encuentra un sillón largo, una mesa de noche y varios bocadillos esperándolas, junto con los libros de la escuela.

-Vamos -la lleva al sillón. Karina se sienta en el suelo y Susana se recuesta en sillón.

-Empecemos.

-¿Qué? - la chica se vuelve hacia mesita. Karina abre los libros-. ¿Siempre eres así de callada? -la otra asiente-. ¿Qué te gusta hacer aparte de estudiar y obedecer a tu madre? -ella no responde-. ¿Tienes sueños? ¿Algún propósito para ir a esa universidad tan prestigiosa? -checa los libros, lee en silencio e intenta encontrar las respuestas de los cuestionarios-. Que aburrida eres -se voltea hacia los cojines del sillón-. Quizá esto te sea más interesante.

Se lleva las manos a los oído. Intenta aislar ese ruido metálico, los pasos de Kariana al levantarse y soltar un grito, la única vez que la escucho con claridad, es silenciada por la mordaza. La chica pelea, sus piernas tiran los libros, la comida y todo lo que sus extremidades alcanzan. De repente, deja de moverse. Los pasos de otra persona acercándose suena potentemente, y las disculpas ahogadas, comunes para las nuevas víctimas, resuenan en el lugar.

La ropa se desgarra, los gemidos del llanto y luego... el crujido.


Al mismo tiempo, una escena común sucede en un establecimiento de comida rápida. Paula detiene al novio de Vika, que intenta alcanzar a la chica y convencerla de que esas dos chicas decían mentiras. Pero la voz de Paula confirma los reproches de las demás chicas.

Vika se pone como un tomate. La falda del uniforme escolar se mueve de un lado a otro mientras maldice a su ex. Paula la lleva a fuera después de que lo manda al diablo.

-Tranquila, chica -le dice Paula-. Esto suele pasar.

-Nooo, esto no pasa. No debería pasarme. Yo... yo fui cuidadosa -camina de un lado a otro-. Nunca, nunca me pareció que fuera así -se agarra el cabello-. Y dijo que fue con una amiga solo a convivir. EL IMBÉCIL DE SEGURO SE LA COGIÓ.

-No sabes...

-¡Tú lo viste! -se acerca a Paula-. Si vino con más de una chica es obvio que era eso. Y yo estaba dispuesta... -camina hacia la calle-. Es un pendejo -se sienta en la banqueta.

IncubadorasWhere stories live. Discover now