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Recuerda el día que todo comenzó, estaba parcialmente nublado y las hojas del gran roble frente a él caían con lentitud. Había salido a caminar un rato rumbo a la casa de su abuelo, como hacía un poco de frío su madre optó por hacer chocolate caliente y enviárselo a su ex suegro.
El padre de KyungSoo había fallecido hace cuatro años de cáncer, él sentía que poco a poco se ahogaba dentro de sus propios pensamientos.
—Gracias hijo.
El anciano tomó la pequeña olla que su nieto traía en manos, y con una sonrisa abrió paso para dejarle entrar.
Por lo general todo ahí era silencioso y muy tranquilo, KyungSoo tomó una goma de máscar que estaba situada en el mueble del televisor y posteriormente formó una burbuja con ella.
—¿Y la abuela?—preguntó.
—Oh, ella está al otro lado de la calle, acaba de salir para entregar una tarta casera a los nuevos vecinos de la setenta.
KyungSoo formó una burbuja más pequeña y dejó que explotará.
—¿Nuevos vecinos?—frunció el ceño. Hundió su mirada en la venta de la cocina y observó con detención la casa número setenta, formó la última burbuja y sacó el chicle sin sabor de su boca— Iré a ver.
—Kyung, no por favor.—su abuelo se aproximó a él y tomó su mano, conocía a su nieto y la facilidad con la que podría causar una mala impresión.
—No te preocupes abuelo, regresaré junto con Mary.
El chico terminó tirando el chicle sobre la grama del jardín delantero, miró para ambas direcciones de la calle y cruzó con distinción.
Su abuela Mary estaba saliendo de la puerta principal con una sonrisa y reposando su pierna izquierda sobre el bastón de madera que el padre de Kyungsoo le había hecho, metió ambas manos en sus bolsillos hasta tocar otra barrita de goma de mascar en el fondo del bolsillo derecho, sonrió de lado al ver como su abuela abrió los ojos con sorpresa al verlo ahí de pie.
—Soo... —sonrió— ¿Qué haces aquí?
—Hola, vine por ti. —respondió y miró al chico que estaba detrás de ella con un gesto de confusión— También quería conocer a los nuevos vecinos. Pareces de mi edad así que te hablare informal, mi nombre es Kyungsoo. ¿Tú eres?
—Y-Yo...—tragó saliva y parpadeó— Ji Seo. Kim Ji Seo, un placer.
—El placer es mío.
—Señora aquí tiene la bandeja, muchas gracias por la tarta. Es usted realmente amable. —se escuchó una voz decir acercándose a la puerta. Kyungsoo parpadeó tranquilo sin ningún tipo de preocupación, hasta que el hombre se acercó por completo mostrándose ante él.
¡Qué hombre tan malditamente atractivo! Traía una camisa manga larga formal con las mangas dobladas hasta los codos y sus brazos ejercitados se pegaban a la tela haciéndolo ver tan jodidamente sexy.
—Oh, hola. —dijo el hombre, KyungSoo sacó la barrita de chicle.
—Hola. —dijo en el mismo tono y metió el chicle dentro de su boca, pronto hizo una burbuja color rosa que explotó en sus labios.
—Gracias por todo señor Kim fue muy lindo conocerlo a usted y a su hijo. —le dio un pequeño empujón con disimulo a su nieto para que se presentara, pero este se limitó a mirarla y fruncir el ceño— Disculpe usted a mi nieto por no presentarse, él es Kyungsoo.
—KyungSoo. —dijo el hombre y sonrió al mismo tiempo en que lo pronunciaba. Soo masticaba la goma haciendo el ruido más alto— Soy el señor Kim, pero puedes decirme JongIn si quieres.
Sonrió otra vez, maldita sea.
Kyungsoo lo miró fijamente y lo observó después de pies a cabeza.—¿Cuántos años tiene?
—Tiene treinta y cuatro—respondió Ji Seo apretando el botón de su suéter situado en las orillas de las mangas color negro—, yo tengo dieciséis.
KyungSoo ladeó una sonrisa.
—Somos de la misma edad. —miró a JongIn— Papá a temprana edad. ¿No es así?
—KyungSoo. —lo regañó su abuela.
El menor rodó los ojos, hizo una última burbuja con su goma de máscar la cual explotó pegándose en sus labios.
JongIn lo miró y no pudo evitar sentirse culpable al reconocer los pensamientos que tenía al ver como el menor que tenía frente a él, removía los pedazo de goma de sus labios y pasaba la lengua con delicadeza para quitar los que eran más difíciles.
—¿Te gustan los videojuegos?—preguntó el otro chico entrando en confianza.
La abuela Mary se sentía tan feliz por qué su nieto tendría con quien finalmente poder distraerse y no pensar mucho, no estaría sumergido en un cuadro dentro del cual él mismo se había puesto.
—Me encanta jugar. —sonrió mirando a su nuevo amigo, y luego desvió la mirada a JongIn quién fruncía el ceño.
Un silencio se apoderó entre las cuatro personas que estaban ahí.
—Bueno, si ya no hay más que decir es tiempo que nos vayamos. Realmente espero que disfruten de la tarta, hasta pronto.
JongIn hizo una reverencia sonriendo.
—Sí, lo haremos.
Ji Seo alzó la mano y la batió para despedir a KyungSoo.
—Tal vez quieras venir después. —comentó tímido.
—Mmm, sí claro. —se despidió y caminó al lado de su abuela, pero se detuvo de forma precipitada y se volteó.
—¿Sucede algo?—preguntó su abuela.
—Pueden llamarme para cuando tengan ganas de jugar. —sonrió pero de una forma tan inesperada, de esas sonrisas de las cuales no puedes descifrar si son con doble intención o no.
Ji Seo se rió pero el gesto de su papá se endureció.
— ¿Tengan? —cuestionó aún riendo—. Quieres decir, cuando yo tenga ganas de jugar.
—Sí, como sea, hasta pronto.
Ji Seo formó una sonrisa aún más amplia y agachó la cabeza. En su primera semana ya había hecho un nuevo amigo, ¡eso era genial!
El chico espero hasta que ya no pudo ver más a Kyungsoo al lado de la señora Mary, fue entonces cuando abandonó su posición pegado al marco de la puerta.—Él se ve muy genial, ¿verdad papá?
JongIn asintió sonriendo y tragó saliva, agarró la manija empujándola al mismo tiempo para cerrar la puerta.
—¿Puedo invitarlo a venir este fin de semana? —preguntó caminando al lado de su papá.
—¿Tan pronto?
—Sí.—sonrió, su padre lo pensó por unos segundos hasta que asintió en silencio, el chico lo abrazó— Gracias.
JongIn pensó que había tomado una decisión inofensiva, una decisión que con el paso del tiempo no sabría si fue para bien o, todo lo contrario.
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En compensación a la cancelación de Doctor crush. Espero les guste.♥️🙊
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El papá de mi mejor amigo.
FanfictionPorqué la lujuria y el deseo, no tienen edad y tampoco restricciones. Al menos no para ellos.