VIII

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— ¿Quieres fuego?

—Por supuesto, ¿Quieres fumarte uno para el gusto? —alzó una ceja y le ofreció el porrito doblado con su mano derecha.

Ji Seo lo miró y negó con la cabeza.

—No gracias, tengo que llegar a casa. temprano. Además de que el olor se quedará en mi boca por mucho tiempo, así estoy bien.

—Marica.

Ling continuaba afilando el cuchillo en un pedazo de piedra rocosa que había en el patio de esa horrible casa abandonada. Parecía mentira que hace unos años atrás tenía acumulado en banco una cantidad que sobrepasaba los tres millones de dólares, y ahora aquí estaba, mendigando con un chico de dieciséis años que tenía una mente enfermiza trastornada con un desorden bipolar.

Suspiró hondo de su puro dejándose librar por el estrés acumulado en todo su cuerpo, quería recordar los buenos tiempos, aquellos buenos tiempos dónde podía tener lo que quisiera o a quien quisiera.

— ¿Cómo vas planeando el trabajo de secuestro? Dudo que tu padre deje solo a ese chico por más de una hora según lo que me dices. No lo deja ni respirar.

Ji Seo ladeó el gesto. —No exageres. Claro que lo deja respira, al menos cuando yo estoy cerca.

—Tan inesperado. —se burló el hombre.

—Kyungsoo siente algo por mi, lo sé. El problema es que no quiere admitirlo por mi padre, pero eso pronto no será ningún problema.

—Cada vez que hablas de ese muchacho me da curiosidad por conocerlo. ¿Cómo es él? ¿Qué tal esta? ¿Está bueno?

— ¿Está bueno? —frunció el ceño— Eres asqueroso.

Ling tiró el puro y se tiró una carcajada.

— ¿Y qué esperas? ¡Soy un hombre hecho y derecho! —sus brazos se tiraron hacia atrás permitiendo a su cabeza reposar sobre ellos— No soy como tú, seguro te has masturbado pensando en cómo sería besarlo o tenerlo tan cerca de ti. Estoy completamente seguro que te excitas solo con ver un poco de su piel.

—Basta.

— ¡Chiquillo virgen!

—Cállate o te juro que... —no pudo terminar la oración cuando el hombre musculoso estaba frente a él apretando su cuello, con fuerza pero dejando de ser brusco.

— ¿Me juras que enano? ¿Matarme?

Ji Seo cerró los ojos con fuerza y apartó con dificultad la mirada.

—Es lo que creí. —el hombre soltó su agarre y poco a poco su respiración agitada regresó a la normalidad.

— ¿Quieres que te deje cerca de casa? Pronto va a llover y pescarás un resfriado.

Ji Seo no quería aceptar su oferta, pero tenía razón, no debía estar enfermo estas próximas semanas que faltaban para llevar adelante el plan que tenía diseñado para escapar, robar parte del dinero de JongIn y llevarse a Kyungsoo con él. Todo debía salir a la perfección.

— ¿Nos vamos? —cuestionó dándose la vuelta de inmediato a la puerta más cercana.

—Después de ti princesa.

Mordió fuertemente su labio inferior para evitar soltar una que otra grosería y terminar de hacer más tenso el ambiente, subió a la parte trasera de la moto y se agarró de los lados.

Era obvio para él que Kyungsoo y su padrastro habían estado teniendo sexo estas últimas semanas que habían pasado, mientras él solo se limitaba a guardar silencio y dibujar en su habitación. Ninguno de los dos sabía que estaba ahí, escuchando todo, absolutamente todo y lentamente esos gemidos lo mataban.

El papá de mi mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora