VII

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La risa tierna pero traviesa lograba inundar el pequeño espacio de las escaleras, el menor mantenía sus piernas enrolladas en la cintura de JongIn mientras sus brazos descansaban en el cuello del hombre y sus manos jugaban traviesas despeinando ese horrible estilo que traía ese día.

JongIn subía las escaleras mientras lo cargaba en sus brazos, sintiéndose completamente listo para lo que estuviera a punto de pasar.

Llegando a su habitación, la gran recámara principal con cama king size apretó los glúteos del joven y con brusquedad lo lanzó a la cama.

— ¿Así que te gusta jugar conmigo? —sonrió de lado mientras desabotonaba su camisa manga larga— ¿Te gusta ser malo? Veamos si lo sigues siendo conmigo, justo aquí.

Sus manos comenzaron a correr el cinturón del pantalón hasta dejarlo caer al suelo y se acercó hasta él.

— ¿Por qué sigues con el bóxer? —murmuró el menor pasando su mano sobre el ya apretado bulto que escondía el bóxer color azul— ¿Está siendo malo conmigo en estos momentos?

—Hoy lo seré contigo por mucho tiempo pequeño. —susurró con suavidad en su oreja, sus manos se deslizaron suavemente por la cara de Kyungsoo, con delicadeza metió el pulgar a su boca y al instante este comenzó a succionarlo, pasaba su lengua juguetona por la yema del dedo y cuando lo sacó le regaló una brillante sonrisa.

—No sabes cuánto amo que hagas eso.

— ¿Chupar?

—No. Que sonrías.

Lo empujó de nuevo y se sentó a la orilla de la cama mientras le ayudaba a quitar su ropa, acomodo su erecto pene que palpitaba deseoso de embestir a ese dulce niño que sonreía con picardía.

—Tardas demasiado. —se quejó y JongIn solo pudo soltar una pequeña risa.

—Entonces ayúdame.

—Lo haré en todas las formas posibles.

JongIn mordió su labio inferior ocultando una sonrisa traviesa, sus manos hábiles bajaron por completo su bóxer quedando justo como había venido al mundo; al desnudo.

El pulgar de Kyungsoo jugaba con la cabeza del pene del mayor, este cerró los ojos al sentir nuevamente ese tacto, lo estaba haciendo sentir tanto ardor en el pecho. Sus ojos se encontraron por segundos, él era bastante parecido a esos cuadros que cuelgan en las grandes e importantes galerías de arte,  puedes apreciarlo y con el solo hecho de verlo unos segundos puedes quedarte sin palabras, la octava maravilla en el mundo, para JongIn la primera.

— ¿Dónde habías estado toda mi vida?

Kyungsoo hundió su nariz en el cuello del mayor mientras este se acercaba a él tomando posición arriba de su delgado cuerpo, aspiró el aroma embriagante del perfume que utilizaba.

JongIn no paraba de pensar si debía ser brusco o no con él, si el chico con cara angelical que estaba gimiendo debajo suyo era virgen, o ya no.

—No lo piense mucho, estoy bien, estaré bien.

No es vírgen, mordió su labio inferior y frunció el ceño al imaginarse al idiota del que le arrebató la virginidad a tal maravilla.

—No lo estoy pensando mucho. —mintió acomodando un mechón del cabello del menor— Lo estoy disfrutando.

Continuo moviéndose encima de Kyungsoo haciendo que sus penes se rozaran constantemente, su boca se mantenía unida con aquellos preciosos labios con sabor a cereza debido a tanto comer lollipop de ese sabor.

—Hágalo ya no aguanto más, no se preocupe por el dolor. Yo ya no soy...

No dejó que terminara la oración y le dio un beso corto para después mirarlo fijamente a los ojos, recordaría este momento toda su maldita existencia y eso lo hacía feliz.

El papá de mi mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora