XI

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En sus adentros odiaba el hecho de recordar a la perfección el aroma de ese perfume barato que siempre le gustó, sabía con quién estaba tratando. Lo sabía perfectamente y le asqueaba de forma increíble saber que lo tenía a su lado.

Sus risas inundaban la pequeña habitación que alquiló en el motel de mala muerte justo al lado de la carretera poco transitada.

— ¡Te juro que se quedó sin palabras! No puedo creerlo. —se tiró una última carcajada—. ¿Escuchaste eso? Fue totalmente sensacional, debería considerar participar en algún teatro o empezar con la actuación. ¿No crees?

Ling puso los ojos en blanco y no respondió.

— ¿No crees que tu ex esposo es todo un genio muñeca preciosa? —Choi se acercó a su ex esposa, quién tenía una venda en los ojos y una mordaza en la boca.

—Choi. —soltó Ling.

JiNae dio un pequeño pujido y movió con brusquedad la silla donde la tenían amarrada. Ling sabía quién era, lo sabía a la perfección, ese asqueroso olor y esa petulante voz que le ponía la piel de gallina.

¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo todo esto? No podía entender el porque no la había matado; aunque muy en sus adentros daba gracias por eso.

La cabeza enferma y retorcida de su ex no era algo facil de resolver.

—Tengo sueño. ¿Vamos a dormir un rato?

Ling se cansó de guardar silencio y querer ignorar todo lo sucedido, dentro de él, se sentía muy arrepentimiento de las cosas que le hizo a JiNae, no era la mejor persona del mundo, por definitiva no; pero una pobre mujer y un pequeño niño no merecían lo que él les había hecho.

— ¿Por qué no la dejas ir? ¿No se supone que el plan era diferente? —murmuró con la cabeza gacha, frente de donde JiNae se retorcía y soltaba lágrimas de dolor.

—Definitivamente eres un inútil. —dijo con voz ronca y el ceño fruncido— Pero esta bien, por eso yo soy el cerebro de esta operación y tú eres el idiota de la fuerza bruta.

—No soy idiota. —bufo— No lo soy.

—Entonces—sonrió y buscó un cigarrillo de su bolsillo, tomó el encendedor y prendió fuego. Inhalo profundo y exhalo todo el humo en la cara de su ahora molesto y ofendido compañero—, demuéstralo. Demuéstrame, ¿por qué crees que hago lo que hago en estos momentos?

Ling tragó saliva, pensando en darse un golpe en la cara por ser tan imbécil y no saber que responder a esa pregunta. Después de dos minutos de silencio Choi se tiró una carcajada y negó con la cabeza.

— ¿No aprendes cierto? —se rió y bajó la mano que tenía el cigarrillo. Con su otra mano libre tocó el rostro de su compañero y le dio una amistosa palmada.

—Por favor. Quiero saber.

—Esta bien, te lo diré. —retrocedió un poco y de golpe apretó el cigarrillo contra el brazo de la mujer, ella dio un grito apenas audible, Ling se sorprendió un poco e incluso se movió para evitarlo pero al instante se retractó y se limitó a quedarse quieto observando— ¿Por qué no maté a esta maldita perra mentirosa? ¿Eso te preguntas?

Ling asintió. —Sí.

— ¡Estrategias mi buen amigo! ¡Se llaman estrategias! —se sentó en un sofá polvoso y lleno de moho— ¿Alguna vez has jugado con hormigas en el suelo o has observado su forma de trabajar?

El papá de mi mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora