Epilogo.

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Sus ojos escurridizos se paseaban en cada esquina de la habitación, a pesar del gran entusiasmo que quería proyectar en su cara, no lo conseguía. Y es que no era nada fácil para él, ni para nadie, paso la mayor parte de su vida deseando este momento, ahora que lo había conseguido simplemente, no sabía como reaccionar.

La casa era pequeña; la sala y la cocina se conectaban, arriba en el segundo nivel, habían dos habitaciones más que podría usar como oficina, y habitación de huéspedes.

—¿No te gusta?—preguntó el hombre con la voz baja mientras apretaba en sus manos el manojo de llaves con moho— Puedes hacer los cambios que desees, si piensas en alquilar, será más difícil. Deberías aprovechar la oferta, es un buen lugar.

—¿Hay alguna tienda que venda dulces cerca?—preguntó echándole un vistazo a los muebles.

El hombre apretó sus labios, la venta de esta casa lo ponía nervioso, y él era un cliente potencial, debía hacer las cosas bien.

—No... —contestó con una risa nerviosa— ¿Acaso es eso importante para usted?

Sus dedos se deslizaron suavemente por la textura sobresaliente del recuadro colgado sobre la chimenea. Era una pintura muy hermosa, digna de ser apreciada.

—Compraré la casa.—sonrió y batió sus manos para retirar el polvo que quedó en ellas. El agente de bienes y raíces soltó una bocana de aire lleno de felicidad por tener su primera venta exitosa en meses. El comprador sacó de su chaqueta una pequeña paleta lolipop y se la entregó con una sonrisa de lado— Usted la necesita más que yo.

Colocó las gafas sobre su cabeza y estrechó con fuerza las manos de su eficiente agente, que había logrado conseguir la casa de sus sueños. ¿Saben el esfuerzo que tuvo que hacer para lograr hacer crecer su marca de ropa en los últimos seis años? Kyungsoo suspiró reclinando el asiento del auto, estaba agotado física y mentalmente.

Todo un pequeño descanso de su apretada agenda, e hizo un recuento de las cosas que habían ocurrido los últimos años.

Su madre falleció, sus abuelos fallecieron, Ling falleció, Ji Seo con la herida de bala quedó invalido de por vida, la trayectoria afectó su columna y JongIn, pues al enterarse de la condición de su hijo decidió que era mejor para ambos darse un pequeño tiempo uno del otro. Kyungsoo quedó por su cuenta, solo, y así había logrado triunfar.

Su celular vibró, era su asistente.

Reunión importante con futuro accionista, hoy por la tarde, en su casa, cuatro en punto. No lo olvides, necesitamos su inversión. Señor Kyungsoo, por favor, no falte esta vez. Es la tercera en un mes.

Enviado a las 3:23 p.m

Suspiró frustrado mientras encendía el motor de su mercedes, no quería ser irresponsable con sus deberes pero es que se sentía cansado de lo mismo, de la vida, de estar solo. Había tenido un par de amantes pero ninguno lo hacía sentir como lo hizo ese hombre. ¡Maldito Kim JongIn! Si hubiese sabido de que arruinaría su vida sexual de esta forma, tal vez habría disfrutado más de él.

La casa del accionista era impresionante, de verdad que sí. Las decoraciones, la estructura, todo, absolutamente todo parecía ser extremadamente caro. ¿Quién diablos habría de querer invertir en una pequeña empresa de moda teniendo todo eso a su nombre? 

Un valet lo esperaba en la entrada, KyungSoo bajo del auto y entregó las llaves. Ahora una chica con vestido negro, como esos que salen en las películas, se acercó a él para llevarlo con su jefe.

— ¿Puede esperar aquí unos segundos por favor? —dijo con amabilidad— Mi jefe, bajará en unos segundos.

—Por supuesto. —respondió.

El papá de mi mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora