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Los días pasaban con normalidad en el mundo humano, poco a poco Liones y sus alrededores se restauraron de la guerra, los pecados decidieron separarse pero con la promesa que cuando Elizabeth o Meliodas los necesitaran ellos estarían ahí para ellos.

Ban y Elaine se quedaron a cargo del Boar Hat.

Merlin regreso a Camelot y buscaba la manera de hacer despertar a Arthur, Escanor la siguió.

Gowther decidió seguir solo su camino, viajaba a diferentes lugares en busca de quien amar.

Harlequin como el nuevo Rey Hada regreso al Bosque de las hadas.

Diane junto a Matrona levantaron los muros y casas de megadoza, el lugar del origen de los gigantes, con la esperanza de que más gigantes regresen a casa.
Pero Diane se convirtió en la nueva líder.

En Liones Baltra y sus hijas se adaptaban difícilmente a la ausencia de Elizabeth, a pesar de que no llevaba su sangre ellas crecieron juntas y se querían como hermanas.

Margaret miraba al cielo perdida en sus pensamientos hasta que Verónica le hablo y la saco de sus pensamientos.

-¿Todo bien Margaret?-

-Si, me preguntaba cómo se vería Elizabeth cómo deidad.-

-Imponente y Hermosa como siempre.-
Respondió en seguida Verónica.

-Si, tienes razón, es una pena que ella y Meliodas con tanto amor mutuo su naturaleza los separe siempre, ella como diosa y el demonio, ¿Hay algo más triste que eso?-

Verónica miro a Margaret hablar muy triste y nostálgica, tenía razón era triste que con tanto amor no puedan estar juntos.

-Ellos decidieron seguir su destino, no hay nada que se pueda hacer por eso.-
Contestó nuevamente mientras se colocaba junto a Margaret.

Territorios celestiales

Elizabeth se adaptaba a su nuevo poder y a su nueva vida, de día era fácil entretenerse y estar ocupada en los asuntos que tenía como Deidad, pero de noche al estar sola en su habitación en sus pensamientos solo estaba Meliodas.

Se abrazaba a ella misma triste, sus lágrimas cayeron sin cesar, quería verlo, lo extrañaba, quería estar con el, abrazarlo, besarlo.

Una noche sus instintos no los pudo calmar, salió de su habitación y voló sin parar hasta llegar a la frontera de los territorios demoníacos.

Se quedó estática mirando aquel gran castillo rodeado de tanta energía maligna, rogaba porque el se sintiera igual que ella y salga a su encuentro.

Tanto amor se tenían mutuamente y sus pensamientos estaban conectados que su rubio llegó a la frontera justo cuando ella estaba por retirarse.

Sintió su presencia y giro de nuevo hacia aquella barrera, lo encontró elevado con sus imponentes alas negras, su mano tocaba la barrera.

Elizabeth se acercó más y junto su mano con la de el, no se tocaban como ella quisiera, la barrera los separaba, se veían mutuamente y ella soltó unas lágrimas, Meliodas le sonrió.

Sin apartar su mano de la barrera bajo su mirada, no quería llorar frente a él pero sus sentimientos le habían ganado.

Alzó su mirada de nuevo cuando sintió la mano de su rubio entrelazarse con la de ella.

El la abrazó rápido y ella correspondió a su abrazo. Se separó unos segundos después solo para darle un fugaz beso.

-No podemos estar mucho tiempo juntos Elizabeth, nuestros poderes podrán salirse de control.-

* El cielo en tu Mirada *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora