Camila era una pequeña chica cubana que había llegado a Bourges, una Ciudad situada al Norte de Francia para tratar de tener una mejor vida junto a sus padres.
Las cosas no iban exactamente bien en Cuba, pero había cosas que a Camila aún le costaban entender, pues habían viajado cuando ella sólo tenía tres años.
Su madre le había dicho que irían a un viaje a Disneyland sólo para que la pequeña castaña aceptara ir, y así fue. Viajó solamente con su madre, ya que su padre tenía unos trabajos que terminar y necesitaban el dinero que iban a pagarle.
Cuando llegaron a Francia, las llevaron a un salón gigante, dónde además de ellas dos habían más personas que esperaban ser aceptadas en aquel lugar.
No tardaron mucho en llegar dos recepcionistas que dijeron algo en francés que Camila no logró entender del todo, pero para cuando éstos dos salieron de ahí, las personas comenzaron a saltar y llorar de alegría, provocando que ella saltara también.—¡Iremos a Disneyland!
Larissa, su madre, era una persona muy alegre y solía apoyarla en todo. Camila siempre la ayudaba en la cocina. Siempre que hacía las cosas bien su madre la felicitaba con un "esa es mi niña" o un "estoy muy orgullosa de ti, cariño"
Su padre, Vladimir, era un hombre honrado y trabajador que siempre se esforzaba en todo lo que hacía. Era sargento.
Cada que llegaba a casa del trabajo Camila lo recibía con un enorme abrazo acompañado de un estruendoso beso en la mejilla mientras él despeinaba su cabello y decía "¿cómo te fue hoy preciosa?"Y hoy, Camila estaba muy feliz porque al fin era el día de su cumpleaños. A ella siempre se le hizo muy tonto el hecho de que solo se podía cumplir años una vez al año cuando podía ser todos los días.
Y no era por los regalos.
Cada año en su cumpleaños, sus padres la llevaban a París para ver la Torre Eiffel.
No estaba muy lejos del lugar dónde vivían, y su parte favorita era cuando su padre la llevaba a 58 Tour Eiffel, donde ella podía pedir un croissant caliente de mermelada y mantequilla junto con café cargado mientras estaba sentada en el pasto y tenía la mejor vista de la torre que alguien más pudiese tener.
Se sentía muy afortunada de tener una familia como la suya.
—¿Dónde está mamá?
—Salió.
—¿Qué? ¿S-Salió? —dice y tal vez su voz se había quebrado un poco.
—Sí. Y por favor no pongas esos ojos ahora porque no estoy de humor para tus berrinches. Además no creo que quieras que te castigue, ¿o sí?
—No, pe-ero... ¿no iremos a la Torre? Dijiste que iríamos hoy —habló haciendo un ligero puchero con su labio inferior.
—¿A la Torre? —pregunta con el ceño fruncido —. ¿Qué no fuimos el año pasado?
Oh. Lo había olvidado.
¿Realmente lo había hecho?
Sus padres jamás habían olvidado su cumpleaños y no pensó que algún día pasaría.
El simple hecho de que su propio padre estuviera actuando tan indiferente ante la situación hacia que le dieran ganas de llorar porque, bueno, era su padre y ella lo apreciaba y admiraba tanto que en realidad no le importaba que algunas veces fuese un tonto.
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Precious
RomanceAlgunas veces sólo tomamos el amor que creemos merecer. CAMILA-CENTRIC.