Shawn estaba helado.
Además de que el clima había estado un poco lluvioso últimamente y que la calefacción de Camila no ayudaba (tal vez tendría que repararla), lo que Camila dijo lo dejó helado, atónito; casi sin respiración. Era como si de un momento a otro hubiese olvidado cómo hablar o expresarse, pero no tenía idea de qué era lo que debía decir.
«—...Y mi día fue una mierda, Shawn. Renuncié a mi trabajo porque un cliente me trató mal sólo por el simple hecho de ser latina. —Trató de acomodarse mejor en su regazo. Ya se había relajado un poco más, pero sin embargo aún continuaba hipando».
No supo cómo, pero Shawn logró hacer que se controlara. Fue una especie de calma lo que sintió al verlo. Después de decir que el padre de Michael la lastimó, él se acercó a ella preocupado y la tomó en sus brazos, todo fue tan rápido que de un momento a otro estaba llevándola hacia la cocina al estilo nupcial.
Le preparó un té y una sopa de fideos; fue como la típica madre protectora que trababa de curar el resfriado de su hija. Era tierno.
Se sintió tan ridículamente avergonzada cuando Shawn no la dejó comer por cuenta propia, diciendo que él cuidaría de ella hoy.
—Pero entonces, ¿fue–fue tu padre? —trató de no sonar tan descortés al preguntar, no quería que pensara que era un entrometido. Aunque sentía que era necesario saber.
—Sí. —Su mirada estaba en el suelo. Niall le había dicho que cuando la mirada de una persona estaba en el suelo, solía ser porque sentía pena o vergüenza.
— ¿Y por qué no...? Quiero decir, ¿no has intentado... buscar ayuda? —lo último fue un murmullo, temía que tal vez hubiese preguntado de más.
— ¿No? Bueno... es que, —inhala profundamente antes de seguir —si te soy honesta, yo ya lo había superado, mis pesadillas dejaron de ser recurrentes y terminaron hace mucho, pero al parecer volvieron para torturarme y creen que no es suficiente. Eso pasó cuando tenía doce años, Shawn, la última vez que trató de hacerme daño todavía faltaban unos meses para que cumpliera los 21 y ahí fue cuando... bueno, llegó Michael —su voz salió en un hilo y sonó casi con repulsión. Shawn tomó su mano por encima de la mesa, dándole un apretón, haciéndole saber que podía continuar porque él estaría escuchando. —Tardé un año más para poder tomar la decisión de escaparme de ese lugar que ya ni siquiera podía llamar hogar porque no recibía apoyo de nadie; mi madre me odiaba... no sé si aún siga haciéndolo, espero que no. Él solía darme dinero antes, pero tiene días que no envía nada y durante mi receso fui a buscarlo. Ahora tengo una marca roja en la mejilla.
Shawn frunce el ceño y aprieta sus puños, jura haber buscado por cada centímetro de su rostro algún rastro de marcas violáceas y no haber encontrado nada.
—La cubrí con maquillaje, es por eso que no la viste. Aunque ahora está un poco mezclada con máscara de pestañas. —Dijo cuándo pareció darse cuenta y sonrió de lado, puede que forzadamente.
Shawn acerca su mano a su mejilla, rozando la tersa piel de porcelana con las yemas de sus dedos mientras su otra mano se encarga de dar leves apretones a la delicada y suave mano de Camila e, internamente, jura que no dejará que nadie más le haga daño de nuevo. —Si me lo permites, chérie, puedo ayudarte. Conozco a alguien que puede ayudarte y es alguien muy cercano a mí.
— ¿Sé quién es? Quiero decir, conozco a la mayoría de tus amigos y creo que, no sé... ¿tal vez pueda conocerlo?
—Es Niall —dice soltando una risita. —, se recibió como psicólogo hace tres años, eso fue lo que me dijo. Nos conocimos en los cursos de fotografía hace dos años y dijo que la fotografía para él era un hobbie, obviamente eso me indignó —ríe —, pero está bien, supongo. Él ayudó mucho a mi hermana porque tenía demasiado miedo a los autos y tal vez sea... no sé ¿raro? Pero lo que pasó fue que a los 6 años, el vecino atropelló a su perro. Superó ese miedo el año pasado, y ahora es una niña de 9 años muy feliz.
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Precious
DragosteAlgunas veces sólo tomamos el amor que creemos merecer. CAMILA-CENTRIC.