Carta 3

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Querido Joaquín, mi Joaquín:

Ya no sé que hacer, mi corazón no deja de doler y aunque seguí las indicaciones de todos los psicólogos a los que he ido, no puedo dejar de pensar en tu carita pálida y adornada de ojeras, tampoco sé como olvidar tus ojos rotos y casi vacíos cuando tomaste mis dedos entre tus frías manos y me dijiste que era el final. En serio que he hecho de todo para que en mi cabeza se guarden tus sonrisas dirigidas hacia mi, tus besos y las miradas coquetas, y tu hermosa y escandalosa risa, quiero tener un recuerdo vivo de ti. Pero no puedo, y me está matando de a poco.

Joaquín, eras, eres y serás el amor de mi vida. Siempre. No importa cuanto tiempo pase, o si muero, mi corazón te perteneciera en está y en las vidas que nos falten.

Hoy pase por tu casa, tenía tanto tiempo que no lo hacía, mire a Renata en la entrada y aunque quise acercarme a saludarla, no pude, no pude porque entonces imaginé que estarías tu también con ella como siempre lo estabas cuando iba a visitarte. Intente sonreirle desde lejos y en su mirada vi lo que sentían todos cuando me veían, lástima, lástima del pobre chico que no puede dejar de llorarle a su novio aún después de 1 año de que se fue.

En mi cabeza, el recuerdo de cuando fui a tu casa por primera vez se reproducía, mi corazón no dejo de latir con velocidad esa tarde. Después de nuestro accidente con el pastel y de que me hayas dicho tu nombre, nos sonreiamos cuando nos encontrábamos en los pasillos, cuando parecía casualidad pero en realidad me había aprendido tu horario sólo para verte, tampoco supiste eso.

No nos hablábamos, pero aquella vez, me preguntaste con voz tímida y un rostro completamente rojo si entendía un tema de matemáticas, no lo hacia, era pésimo en matemáticas, pero te dije que si. Me pediste que te explicará, y entonces sentí pánico porque no tenía idea acerca del tema y no sabía que es lo que tenía que explicarte pero te volví a decir que si, después me las arreglaría. Después de clases, casi me arrodille frente a Azul para que me explicará ella a mi, se río por lo desesperado que estaba pero me enseñó todo aquello que se suponía yo tenía que enseñarte a ti, y fue fácil.

Fui a tu casa, me habías escrito la dirección en un hoja que arrancaste de tu cuaderno, y toque la puerta, esperaba encontrarte a ti pero en su lugar, estaba tu hermana del otro lado. Me invitaste a tu cuarto, y me emocioné porque entonces podría ver un poquito de ti.

Te expliqué todo lo que Azul me había enseñado, y al parecer entendiste, estabas tan feliz que saltaste a abrazarme y no paraste de agradecerme en ningún momento, mi corazón parecía querer gritar de emoción. Me habías abrazado, Joaquín, y sentí el mundo en mis manos cuando lo hiciste.

Joaquín, ya no quiero llorar, ya no quiero pensar en ti como un recuerdo doloroso, ¿como hago para que mi corazón se repare?

Decir tu nombre en voz alta aún duele, y aunque nunca leeras esto:
Con amor, el chico que no te olvida.





Querido Joaquín, nunca leeras esto. EMILIACO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora