Carta 7

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Querido Joaquín, mi sol:

Yo no quería aceptarlo mi amor, yo no quería ver que te estabas escapando de entre mis manos, apagandote de a poco, listo para dejarme con el alma rota y el corazón vacío.

Sé que no recibirás esto, tampoco las cartas anteriores donde deje plasmados cada uno de mis sentimientos y mis lágrimas quedaron como huellas en las  hojas, corriendo la tinta del bolígrafo.

Aún no aceptó que te hayas ido, y no quiero hacerlo, porque, ¿qué gano olvidandote? Simplemente me dejaría más vacío de lo que me encuentro desde tu partida, o tal vez desde antes, tal vez me habías dejado sin nada desde que me llevaste a aquella maravillosa cena organizada por ti, para los dos. Oh cariño, ¿cómo iba a saber yo que esa sería tu pequeña despedida?

Tomaste mis manos entre las tuyas, cenamos, bailamos, nos recordamos lo enamorados que estábamos el uno del otro y nos besamos tanto, nuestros labios se desgastaron y termine tan profundamente perdido entre tus ojos color miel enmarcados por las más hermosas pastañas y mostrandome la luz que albergaba tu ser.

"- No quiero que esto terminé jamás."

Salió de tu pequeña boca, te respondí que eso no pasaría, que nos amabamos tanto y nuestro gran paraíso existiría hasta el final de nuestro días. Estabas llorando, ¿por qué lo hacías, amor? Decía la verdad, vaya que lo hacía, así que no entendía porque las llamas en tus ojos se apagaban con lágrimas agrias que salían como cascadas y resvalaban por tus mejillas rojas.

Te disculpaste una y otra vez, tus sollozos no permitían que hablaras de manera clara, yo sólo intentaba rescatar las palabras que difícilmente pronunciabas pero no entendía, ¿lo sentías, por qué?

Y entonces, cuando por fin te tranquilizaste, ya no eras tú quien sollozaba y se ahogaba entre lágrimas.

"Emilio, te prometo que te amo tanto como mi corazón me lo permite, y lo seguiré haciendo hasta que éste deje de latir, lo cual será pronto, y aún después de mi muerte, mi alma seguira amandote tan intensamente como en este momento."

¿Tu muerte? ¿de qué hablabas, mi bonito? Eras tan joven, no era justo que la leucemia te estuviera consumiendo, la vida no era justa.

Algunas noches me es difícil dormir, y aunque te pedí que por favor no te fueras, el destino se encargó de separarnos. Al menos en esta vida.
Y aunque nunca leeras esto:
Con amor, el chico que te extraña, más que al sol en el cielo nublado.

Querido Joaquín, nunca leeras esto. EMILIACO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora