Elfriede estaba peinándose ante el espejo de su habitación. - ¿Se puede saber para qué te arreglas tanto?- preguntó dudoso Sísifo al ver que se estaba esmerando. - Más bien, para quién- insinuó Aspros, que se encontraba en el templo de Sagitario charlando con su amigo. - No te interesa, Aspros, no seas metiche- dijo Elfriede con fiereza, marchándose en ese momento. - Me está volviendo loco- confesó Aspros. - Debes ayudarme a descubrir en qué anda- dijo Sísifo- Está muy extraña últimamente y no quiere decirme nada. - Cuenta conmigo- afirmó Aspros.
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Elfriede no podía evitar sentirse preocupada. Regulus estaba en su primera misión y, aunque no dudaba de sus capacidades, temía que la situación se tornara demasiado seria para él. Con nostalgia, sacó una caja que ocultaba bajo la cama de su hermano y sacó el vestido que le obsequiara su madre para airearlo, como solía hacer cada semana, mientras miraba la caída de la tarde a través de los amplios ventanales de piedra de la casa de Leo. - Elfriede- llamó una voz que provenía de estos. Se asomó al más cercano y vio a Deuteros bajo el dintel de la ventana. - ¿Qué haces ahí, Deuteros?- preguntó con una sonrisa. - Vine a ver si querías dar un paseo conmigo- respondió el moreno. - Justo ahora iba a buscarte- dijo Elfriede- Entra. Deuteros le obedeció, colándose de un salto en el templo. Lo primero que llamó su atención fue la visión del hermoso vestido rosado. - Es lindo. ¿Vas a ponértelo?- inquirió señalándolo. - No, odio los vestidos- dijo Elfriede despectivamente- Lo conservo porque fue el último obsequio que me dio mi madre, mas no lo uso. Solo lo lavo y lo pongo al sol una vez por semana. - Se vería lindo en ti- dijo Deuteros de modo persuasivo, rodeando la cintura de la joven con sus brazos- Póntelo para esta ocasión. - Está bien, solo lo haré por complacerte- accedió Elfriede, pellizcándole ligeramente los cachetes- Espérame afuera. Deuteros le besó la frente y salió por donde había entrado. Unos minutos después, Elfriede apareció ante sus ojos luciendo el vestido, cuya ligera tela delataba todos los perfectos contornos de su cuerpo. Deuteros se quedó embelesado mirándola. - ¿Nos vamos?- interrogó Elfriede, devolviéndolo a la realidad. - Ah, sí- dijo él sonrojado, y echaron a andar.
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- ¡Qué hermosa vista!- exclamó Elfriede con ensoñación, mirando el ocaso desde su lugar preferido junto a Deuteros. La paleta de colores rojizos-violados-naranjas resaltaba sobre la oscuridad que ya comenzaba a apoderarse de todo. Deuteros no había dejado de mirarla ni por un segundo. - Hermosa es la visión de tu figura adornada con ese vestido- dijo con acento tierno, haciéndola sonrojar. Sin poder contenerse más, la jaló de un brazo para que cayera sobre su regazo luego de tumbarse sobre la hierba verde. - Travieso- dijo ella con una sonrisa alegre, pues él había comenzado a robarle besos cada vez más apasionados. Elfriede sintió un voluptuoso escalofrío al notar las manos de Deuteros recorriendo sus torneadas piernas y subiendo por sus muslos hasta masajear una zona muy íntima. Se retorció y gimió suavemente, mordiéndose el labio inferior; un calor intenso emanaba de ese lugar y los traviesos dedos que lo palpaban acabaron empapados. - ¡Ah! No...Deuteros...por favor...- rogaba la joven entre gemidos. Alguna vez su padre le había explicado que una doncella que se respetase no dejaba que ningún varón tocase aquellas partes, pero el placer que ese tacto áspero le proporcionaba la hacía perder el juicio. Deuteros la acostó sobre la hierba con cuidado y se colocó sobre ella, bajando los tirantes de su vestido para dejar al descubierto sus pechos. Elfriede se sonrojó intensamente al verse semidesnuda frente a un hombre, pero él solo le besó el blanco cuello y acabó por morderlo y chuparlo, dejándole marcas. Luego, tomó sus pechos en sus manos como si fuesen sendas copas de vino, los besó y oprimió suavemente. - Para, Deuteros- pidió nuevamente la joven- ¿Para esto querías que usara el vestido? - Nunca imaginé que te vieras tan deseable con él- negó Deuteros, continuando con sus besos y caricias. - ¿No te gusto así como soy?- inquirió Elfriede, intentando aguantar los gemidos. - Me encantas, me encantas como sea- afirmó Deuteros. Elfriede volvió a gemir, las rosadas puntas de sus pechos se endurecieron, invitándole a él a jugar con ellas, cosa que hizo mordisqueándolas ligeramente. Los gemidos de Elfriede fueron incontenibles al sentir como estaba siendo devorada, literalmente, por los labios de Deuteros, que ahora descendían hasta su vientre. - Por favor...aún no...- rogó Elfriede con la voz ahogada por sus gemidos, sintiendo todo su cuerpo arder de una manera desconocida para ella, mientras su intimidad palpitaba tanto como su agitado corazón. Él se apartó de la joven con un gesto medio arrepentido; aunque su entrepierna se abultaba de un modo ya doloroso y deseaba con todas sus fuerzas poseerla, respetaba su pureza e inocencia. - Lo..lo siento- musitó- Tratar de hacerte mi mujer...fue algo impropio. - Tómame- pidió Elfriede, cambiando de opinión repentinamente. Ya no soportaba el deseo que hacía hervir su sangre como si un volcán habitase en su cuerpo. - ¡Tómame como tu mujer, Deuteros!- exclamó Elfriede en tono exigente- Ya no me importan las consecuencias...quiero ser tuya. - ¿Estás segura?- preguntó Deuteros, asombrado por esa nueva decisión. - Totalmente, ¿tú no quieres?- dijo Elfriede rápidamente. - Sí, es lo que más deseo en el mundo- respondió Deuteros, procediendo a retirar las prendas del cuerpo de la joven, dejándola completamente desnuda ante su mirada, la cual se perdió sin remedio en las curvilíneas y seductoras formas femeninas. Deuteros la estrechó contra él y disfrutó del calor de sus labios, para luego separase un poco y quitarse la camisa. Elfriede lo miró con embeleso, tocando sus duros pectorales y perfecta musculatura. - Eres muy hermoso, Deuteros- dijo con un suspiro enamorado, provocándole un sonrojo a este, quien se deshizo del resto de su ropa y volvió a estrecharla. La sensación de tenerla entre sus brazos, temblando como un pajarillo y con aquel carmesí pasional apoderándose de su cuerpo a cada momento, era para él maravillosa y única. Por instinto, Elfriede abrió las piernas y sintió de inmediato un pinchazo doloroso en su intimidad. Se mordió los labios hasta hacerlos sangrar para reprimir un grito y apretó sus ojos cristalinos, mientras sus pechos subían y bajaban al compás de su agitada respiración. Se inclinó hacia adelante y se aferró al cuerpo masculino, mordiéndole el cuello y clavándole las uñas en la espalda. - ¿Te encuentras bien?- preguntó Deuteros, sorprendido por estas acciones. - S... Sí- afirmó ella con un hilo de voz, abrazándolo con las piernas. El placer se había adueñado por completo de él que, sin poder contener más su lujuria, la embistió suavemente al principio, pero luego de manera salvaje al oírla gritar su nombre de un modo que lo volvía loco. - ¡Deu...teros! ¡Deuteros!- gemía su ahora mujer cada vez que su miembro estimulaba con un toque feroz ciertos puntos sensibles. Gruñidos viriles brotaban de la garganta de Deuteros al sentir esa estrecha cavidad apretando placenteramente su miembro. - Elfriede- murmuraba entre dientes en cada embestida. De repente, con un movimiento, él se giró para dejarla encima y empezó a acariciar sus pechos aumentando el placer de ambos, mientras ella subía y bajaba sus caderas sobre ese cuerpo fornido. Enseguida, Elfriede sintió que algo se derramaba de su interior, al igual que Deuteros. La verde hierba se manchó de sangre, semen y fluidos femeninos. Elfriede se recostó sobre el pecho de Deuteros, escuchando los latidos desbocados de su corazón y su respiración agitada. Ambos estaban completamente exhaustos y pegajosos de sudor, pero sus sonrisas satisfechas indicaban que había valido la pena. - Estoy feliz de ser tu mujer- murmuró Elfriede. - Y yo de ser tu hombre- dijo Deuteros.
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Yo te voy a amar [Remake]
FanfictionElfriede es una bella joven de fuerte carácter que ha pasado por múltiples vicisitudes en su corta vida. Esto solo se complica cuando ella decide convertirse en una guerrera al servicio de la diosa Athena junto a su hermano, tal como su padre antes...