El Funeral

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Despierto por la mañana algo confundida, y al ver el tulipan azul en mi mesita todos los recuerdos de el día anterior acuden a mí de golpe.
Me levantó y abro la cortina, el día es gris y nublado, justo como yo me siento.
Me visto sin ganas y me dirijo al comedor, mi madre esta desayunando sin prestar demasiada atención, como sumergida en sus propios pensamientos, y ni siquiera se da cuenta de mi presencia, yo me limito a comer con desgana el desayuno, sin poder dejar de mirar a través de la ventana la lluvia caer.
Los minutos parecen horas y las horas milenios, y el tiempo parece haberse dormido en las agujas del gran reloj de pared que no para de hacer su sonoro y constante tic tac.
Y así, finalmente llegan las doce, la hora der entierro, me miro al espejo de mi habitación, con el vestido negro y casi no me reconozco, aquella no soy yo, aquella mirada perdida, aquellos ojos alicaídos, aquella chica... es imposible que sea yo. Pero así es, por mucho que me duela admitirlo ya no soy la misma que antes, ya no soy aquella niña inocente y risueña.
Salgo de mi habitación y veo a mi madre con el vestido negro y la mirada pérdida, sin fuerzas para levantarse del sofá, por lo que decido coger fuerzas por los dos y esbozar una falsa sonrisa.

-Vamos mama, ya es hora-digo apoyando su brazo sobre mis hombros.

-No, no quiero ir- dice con voz temblorosa, y por su voz y su aliento, adivino que ha estado bebiendo.

Tras múltiples esfuerzos consigo llevar a mi madre hasta el coche, y nos dirigimos al cementerio. Allí nos espera un grupo de gente, a la que la mayoría no había visto en mi vida, todos iban de negro y lucían tristes, o al menos eso querían aparentar. Por lo que me contaron, la mayoría eran familiares lejanos.
Aunque también habían algunos vecinos, compañeros del trabajo de mi madre y amigas suyas, también reconocí a Tommy, un policía y viejo amigo de la familia, que de pequeña me dejaba ir en su coche patrulla y vestir su ropa de policía, él me llamaba ''su pequeña sheriff '', en cuanto pasamos a su lado nos saludo y nos abrazo a ambas.
Entre la multitud también distinguí a Max y Angela, su madre, la cual nada más vernos corrió a abrazar a mi madre, que durante todo el resto de la ceremonia estuvo cogida o abrazada a ella, con las piernas temblorosas y apunto de derrumbarse.

-Gracias por venir-dijo mi madre emocionada, con las fuerzas que pudo reunir - Significa mucho para nosotras que esteis hoy aquí.

-¡Oh Rose! Por supuesto, no te íbamos a dejar sola en un día así! - dijo Angela, a ambas se les saltaban las lágrimas y se abrazaron con fuerzas mientras mi madre se deshacía en lágrimas y agradecimientos.

Las lágrimas también empezaron a asomar en mis ojos aunque me esforcé por contenerlas, de repente noté una mano que sujetaba la mía con fuerza, era Max que me miraba fijamente con su profunda mirada azul, por extraño que parezca aquel pequeño gesto me reconforto.
Apreté con fuerza su mano y nos quedamos un momento mirándonos fijamente a los ojos sin hablar, pero no hacia falta hacerlo, con la mirada podíamos comunicarnos sin necesidad de palabras, y habría sido una pena que se hubiera roto el silencio de aquel momento tan especial.

Nos sentamos esperando a que el capellán iniciará la ceremonia, busqué con la mirada el esmoquin impoluto de mi padre, pero no le vi por ninguna parte , aquello me dolió mucho, sabía que seguramente mi padre habría empezado una nueva vida, pero Sophie seguía siendo su hija, no podía creerme que no fuera a asistir a su funeral, siempre creí que mi padre era simplemente estricto, pero tal vez es que nunca nos quiso, o nunca le importamos lo suficiente, baje la mirada abatida.

- Mama no está, no ha venido... Papá no ha venido... -digo con la voz temblorosa.

-Cariño es... Normal... Él ya habrá vuelto a empezar, venir aquí sería como regresar a la antigua vida de la que escapó... - ¿normal? ¿Como podía parecerle aquello normal? Mi madre parecía algo nerviosa, y miraba de reojo a la madre de Max en busca de apoyo.

- Díselo Rose... - dijo esta suspirando.

- ¿ Decirme que mama? - pregunto yo algo molesta.

- No ha venido porque yo no le he dicho nada-dijo ella agachando la cabeza.

-¡Como que no le has dicho nada! ¡Sophie también es... Era su hija! ¡Tiene derecho a saberlo! - dije yo indignada.

-Raven cariño, hablaremos de esto más tarde, de acuerdo? - dice ella intentando mantener la calma.

-No mama, no tengo nada que hablar contigo en estos momentos - digo sería y me alejo de ella, noto la culpabilidad oprimiendome el pecho, sobretodo cuando me giro y veo a mi madre enterando la cabeza entre los brazos mientras Angela la consuela, pero aún así consigo mantener la compostura hasta llegar a mi sitio al lado de Max.

- Eso ha sido duro- me reprocha él .

-¡¿ Y lo que ha hecho ella está bien?! - digo yo sin ganas de bromas.

- Yo no he dicho eso, solo que la entiendas.

-Lo entiendo, pero igualmente no me parece bien-digo yo algo más razonable- Voy a ir a ver a mi padre. Se merece saber lo que ha pasado.

-Te acompañare- dice el posando su mano sobre la mía.

-No, debo hacerlo sola- digo en un tono sombrío mientras aparto mi mano bruscamente, él asiente y no hace nada para disuadirme. El capellán comienza ha hablar, y ambos lo miramos fijamente.

La ceremonia procedió como de costumbre, lenta y pesada, ni yo ni mi madre pronunciamos ningún discurso en la ceremonia, no nos veíamos con fuerzas de hacerlo, aunque si lo hizo una tía lejana que yo no había visto en mi vida, era irónico que justo alguien que no había estado presente en la vida de Sofía hablará de ella como si la conociera. ¡ Ella no sabía nada! ¡ Nadie de los que estaban ahí la conocían en absoluto! ¡ Nadie tenía derecho ha hablar de ella!
Intenté retener el enfado y mantener la compostura apretando los puños con fuerza.

-¿Estás bien Raev? - pregunto Max preocupado.

- Si, estoy bien-dije tajante.

-No me mientas - dijo Max con un tono y una mirada serias que no le había visto en mi vida.

Noté como sus ojos buscaban los míos y penetraban en lo más profundo de mi ser, como si con solo una mirada fuera capaz de saberlo todo sobre mi. Por lo que agradecí que el capellán que oficiaba la ceremonia nos indicará que era el momento de ir fuera a enterrar a Sophie,ya que no creo que hubiera podido sostener aquella mirada durante mucho más tiempo.

El entierro fue muy duro, pero por suerte Max estuvo a mi lado todo el tiempo, su simple presencia era lo que me daba fuerzas para mantenerme en pie. Al acabar la ceremonia todo el mundo se acerco a darnos el pésame, yo estaba agotada tanto mentalmente como emocionalmente y lo único que quería era irme a casa. Ni en todo el recorrido en coche ni al llegar a casa mi madre y yo nos dirijimos una sola palabra, de hecho al llegar al fin ella se echo al sofá y puso la tele mientras yo me dirigí arrastrando los pies hasta mi habitación, ni me moleste en ponerme el pijama, me limite a quitarme los zapatos y tirarme a la cama, allá me quedé contemplando el tulipán azul en mi escritorio al lado de una foto de Sophie y mía, y entonces todas las lágrimas que durante la ceremonia tanto había tratado de retener salieron al fin, y esta vez no trate de detenerlas, simplemente lo dejé ir hasta quedar dormida.

--Iré publicando capítulos si veo que la gente lo lee, os esperan muchas sorpresas, espero que disfrutéis de la história (perdón por las faltas) y agradezco vuestro apoyo --

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