El Reencuentro

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Pasaron las semanas , durante ese tiempo estuve asistiendo a clase sin prestar demasiada atención, y estando únicamente con Max, ya que me agobiaba la forma en la que los demás me trataban, como si fuera un jarrón apunto de romperse, no paraban de darme el pésame y mirarme con compasión, pero yo no necesitaba su lástima ,solo quería que me tratarán como siempre, como si nada hubiera cambiado, pero sabía que eso ya no sería así...

Por las tardes iba con Max al acantilado, pasando el bosquecillo , montados en nuestras bicis, como siempre aquel era nuestro refugio secreto, y me gustaba que hubiera algo que se mantuviera igual mientras todo mi mundo cambiaba.
A veces también íbamos al cementerio a visitar a Sophie, y muchas veces nos encontrábamos a Rocko apoyando en su tumba gimoteando.

Con la ayuda de Tommy averigüe la dirección de mi padre, estaba bastante alejada, pero podría llegar en bici, además de que la ciudad no era demasiado grande . No estaba segura si debía escribirle una carta o ir en persona, por lo que al final decidí escribirle una nota y dársela en persona, en realidad el plan inicial era hablar yo con él , pero la carta era por si decidía echarme a atrás.

Por lo que una tarde al salir del colegio me dirigí hacia allí, el trayecto era largo, pero ir en bici me reconfortaba, me hacía sentir libre, me encantaba la sensación del aire haciéndome cosquillas en la cara y jugueteando con mis cabellos, y moverme a toda velocidad casi como si volará, dejando todos los problemas atrás, haciendo que todas las demás sensaciones se desvanecieran y sólo quedará un ansiado sentimiento de libertad . Por lo que en poco tiempo, o lo que a mi me pareció poco, llegué a la casa de mi padre.

Miré por fuera, la fachada de la casa era de ladrillo rojo, tenía un enorme ventanal que daba al salón y unos enormes arbustos justo al lado de la puerta, esta era de madera de roble, y al lado relucia un enorme e intimidante timbre.

Subi el par de escalones que me separaban de la entrada y me quede allí paralizada, hacia años que no veía a mi padre, quizá ni siquiera me reconocería, habría cambiado en aquellos años? ¿Como iba a decirle que Sophie había muerto? ¿Como iba a tomarse la noticia? Las dudas me recomian el cerebro, y las piernas me temblaban como si estuvieran hechas de gelatina.

Intente reunir fuerzas para llamar al timbre, pero no lo conseguí, por lo que al final opté por dejar la nota, picar al timbre y esconderme en el matorral de al lado.
Supongo que no calculé muy bien el espacio, ya que la bici se me echaba encima, además de que las múltiples hojas y ramas se me enredaban en el pelo y me arañaban la piel, pero ya era muy tarde, ya que instantes más tarde oí el crujir de la puerta al abrirse y reconocí a mi padre saliendo fuera.

Prácticamente no había cambiado, salvo por unas finas arrugas dibujadas bajo sus ojos y la perilla que se había dejado, aún así tenía un aire más relajado, aunque tal vez se debía a que iba con ropa de estar por casa en vez de su formal traje negro y su corbata. Mi padre miro a lado y lado de la acera, y por un momento temí que me descubriera, pero por suerte no fue así, al percatarse de la nota la cogió y entró en el edificio, debería haberme ido entonces, pero mi maldita curiosidad me hizo espiar por la ventana.

Vi a mi padre entrar en el salón, mirar el remitente de la carta y cambiar de expresión al leerlo, y entonces aparecieron una mujer, algo más joven que mi madre, y dos niños pequeños que se lanzaron a sus brazos, la mujer le besó sonriendo, y los niños comenzaron a golpearle cariñosamente, mi padre se río, vi aquella sonrisa que escasamente nos había dedicado a nosotras, y no pude evitar sentir envidia de aquellos niños.
Mi padre arrojó despreocupada ente la carta que tanto me había costado escribir a una basura cercana y se fue a jugar con los que suponía, eran sus hijos.

No podía creer que hubiera rehecho su vida tan rápido, porque ha juzgar por la edad de los niños, debería haberlos tenido solo un par de años después de que se divorciara de mi madre, no podía creerme que me hubiera preocupado por él, era obvio que no nos quería lo suficiente para interesarse por lo que nos pasará, las lágrimas amenazaron con salir, pero no pensaba derramar una sola por ese hombre, no podía creer que hubiera creído sus mentiras, mire furiosa el collar que todavía llevaba en el cuello, el collar que el me regalo, la promesa que me hizo, todo mentira, ahora lo sabía. Lo arranqué de un tirón rompiendo la delicada cadena y lo arrojé al suelo con fuerza,haciendo que en el cuervo se dibujará una pequeña fisura.

De repente oí una voz detrás mío:

- ¿Raev? ¿Estás bien?

Era Max, estaba agachado a mi lado y me miraba preocupado.

- ¿M-Max? ¿P-Pero que...? - dije con voz temblorosa, no fui capaz de acabar la frase.

- Lo siento, se que te dije que te dejaría sola, pero me preocupabas por lo que te seguí... - dijo sonriendo mientras se encogia de hombros , era imposible que me enfadara con aquella sonrisa, además en el fondo me alegraba de que estuviera allí. - ¿Qué ha pasado?

-Ni siquiera se ha molestado en leer la carta... Él... Ya ha rehecho su vida... Y nosotras... yo... no le importo lo más mínimo... Mama tenia razón, jamás debería haber venido... - dije con una mezcla de lástima y odio amarga.

- Lo siento mucho Raev... ¿Quieres que volvamos a casa?-dijo apoyando una reconfortante mano en mi hombro, asentí con desgana y me levante lentamente, cogí la bici y ambos nos fuimos caminando lentamente en silencio calle abajo hasta dejar atrás a mi padre y sus mentiras, en la que suponía, sería la última vez que le vería.

--Iré publicando capítulos si veo que la gente lo lee, os esperan muchas sorpresas, espero que disfrutéis de la história (perdón por las faltas) y agradezco vuestro apoyo --

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