SALVADA SIN QUERER

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Madison trato de tranquilizar a Lexa, pero ella tenía urgencia de sacarlos de allí.

—No entiendo que es lo que pasa Lexa, pero no podemos irnos, acordé el punto de reunión aquí con Chris y Liza

— Mamá, ellos no quieren evacuarnos. Quieren asesinarnos.

Ante la sopresiva confesión, Madison miro a su alrededor con cautela.
Noto como un par de policías se acercaban hacia ellos.

— Esta bien, esta bien Lexa. Te creo. Escuchame - murmuró mientras la abrazaba veía como comenzaban a rodearlos discretamente — cuando te diga, vas a correr

— ¿Qué? No, tenemos que irnos todos

— Tienen que acompañarnos - ordenó el más alto de los policías

— ¿Ocurre algo oficial? - intervino Travis, colocando sutilmente a Lexa detrás

— No lo repetiré una tercera vez, tienen que acompañarnos.

Travis y Madison se miraron y se lanzaron hacia los guardias, Lexa corrio en cuanto escucho a su madre ordenarle que lo hiciera.
Se dirigió al auto y uno de los oficiales se les atravesó antes de poder llegar, alcanzó a ver cómo estaba vacío. Por suerte, su hermano y su mejor amigo habían logrado escapar.

Alexandra aferro sus manos a la mochila y evadió al fornido hombre, continuo corriendo hasta perderse entre la multitud.

Normalizo el paso en cuanto se sintió segura, se concentró en buscar a Nick y a Luke pero una serie de disparos y gritos al final de la fila, la llevaron a correr de nuevo.

La multitud se movilizó junto con ella, sólo que en sentido contrario, Lexa corría hacia la calle mientras que el resto se atropellaba entre sí por llegar al estadio.

Localizó uno grupo de esos monstruos que intentaban devorar a los ultimos de las filas.
Iba de un lado a otro, simplemente tratando de huir pero sin llegar a ningún lado, se topaba con personas que habían sido aplastadas por la multitud y eso aumentaba su miedo.
Finalmente dio con unas escaleras de emergencia, dio un par de saltos antes de alcanzarlas y subió hasta la cima del edificio.

El panorama no podía ser más aterrador. Busco con esfuerzo a su mamá y a Travis pero ya no los vio.
Los guardias comenzaron a disparar si detenerse ante nada ni nadie, cuantas personas inocentes fueron asesinadas por esos idiotas.
Bajo la vista de nuevo y se encontró con otra chica queriendo alcanzar las escaleras, Lexa bajo lo más rápido que pudo, aveces trastabillando y salteando escalones. Logro llegar a tiempo y tomó la mano de la joven, debía de tener unos quince años.
Comenzó a tirar hacia arriba para ayudarle a subir, cerro los ojos un momento por el esfuerzo y al otro sintió como la mano de la chica de chinos pelirrojos, la soltaba justo después de un disparo.

Pero que...

Abrió los ojos de nuevo cuando terminó de resbalar y vio un orificio en su cabeza, busco de inmediato al culpable, llena de ira y miedo.

Enseguida lo encontró, un señor regordete que estaba parado arriba de un auto. Su arma ahora apuntaba hacia ella, no estaba preparada para morir.

Un disparo más y ella casi pudo sentir el impacto, pero no fue a ella a quien le dieron, no fue desde esa dirección de donde provino aquel ensordecedor sonido. El policía regordete cayó con las manos en el pecho y en un instante fue rodeado por los hambrientos monstruos.

— Dios mío...

— Dios no existe - le respondió una voz varonil en el piso de arriba

Bad SignalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora