Capítulo 5

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Desde el momento en que lo había visto por primera vez algo dentro de él le dijo que se había topado con algo muy especial, el moreno lo atrajo cual imán haciéndole saber que debía alejarse de él en cuanto lo vio caminar en su dirección en la barra de esa discoteque, sin embargo se encontró buscándolo con la mirada durante toda la noche hasta que terminó bailando con él y finalmente en su cama. 

Andrei no tenía buena suerte con los hombres. El primero que le había interesado de una manera amorosa, Camilo; había jugado con su inocencia y su miedo a revelar su sexualidad, tenía 16 años y todas las hormonas e ilusiones que caracterizaban esa edad a flor de piel, por lo que se había visto con él a escondidas por poco más de tres meses. Con Camilo tuvo su primera vez y justo después de eso el chico lo dejó para comenzar una relación con otro chico del que Andrei siempre sospechó y cuando los rumores comenzaron respecto a lo que había pasado entre ellos, el castaño se vio obligado a salir del closet con su familia. Las cosas no salieron del todo bien, su madre había llorado pero finalmente había hecho las paces con ello, al resto de la familia le tomó un poco más de tiempo de aceptar y algunos aún estaban en proceso de hacerlo, lo que por supuesto no era el ambiente emocional más propicio para un adolescente en su situación.

Luego de su experiencia con Camilo se le hizo muy difícil confiar en otro, y en sí mismo por no ver las señales que el chico le enviaba, incluso siendo Andrei el que estaba en el closet, Camilo era siempre el más interesado en mantener lo suyo a escondidas.

Por eso la atracción que sintió hacia Hernán lo asustó, porque lo hizo sentir como un adolescente nuevamente, sin embargo cuando estuvo cerca de él todos esos miedos se esfumaron. El moreno tenía esta extraña aura que lo hacía sentir en una burbuja donde lo único que importaba era tenerlo cerca. 

Hernán también había sido el mejor sexo de su vida, prácticamente no habían hablado, pero en la cama parecía que se conocían de toda la vida, el moreno se lo había hecho apasionadamente pero también había sido dulce, habían pasado días, pero aún recordaba el beso que dejó en su hombro mientras lo abrazaba recuperando el aliento post orgasmo y lo agradable que se había sentido despertar con su mano en su cintura.

Había desaparecido a la mañana siguiente sin dejar rastro que pudiera conducir al moreno a él, sin embargo esa misma noche habían terminado en el mismo lugar y había sido tan magnético como la primera vez y tan encantador como lo había imaginado, que Andrei sólo se dejó llevar, poniendo en silencio la alarma en su cabeza que esa mañana lo había sacado de su departamento. 

Esa noche Andrei descubrió que quería conocer a Hernán, por lo que cuando lo vio en la puerta de su universidad con una sonrisa autosuficiente en el rostro por haber cumplido su desafío de encontrarlo, dejó caer todas sus defensas y se lanzó de cabeza a hacer lo que más temía; porque Hernán lo hacía sentir menos asustado.

Así había llegado a donde estaba en ese momento.

Hernán había pasado por él a la hora acordada, vestía unos jeans  oscuros, una camisa floreada con varios botones desabrochados y una chaqueta de cuero, sus rizos se veían demasiado definidos y Andrei sintió ganas de enredar sus dedos en ellos para sentir su suavidad. Se veía guapísimo, como siempre y el castaño creía que su mejor accesorio eran esos ojos cálidos con los que lo miraba como si él fuera algo que realmente valía la pena mirar. Andrei sabía que era atractivo, siempre se lo habían dicho, pero nunca lo habían mirado como Hernán lo hacía.

El moreno los condujo a través de Santiago hasta un pequeño restaurante, en cuanto bajaron del auto Andrei se sintió un poco fuera de lugar. No era un lugar demasiado elegante ni tenía un nombre extravagante, pero se veía formal, lo bastante formal para ser más que una simple salida y para vestir de un modo diferente al que vestía.

A primera vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora