Capítulo 6

551 56 9
                                    

Había pasado un mes desde esa noche comiendo pizza y las cosas habían seguido su curso, fluyendo fácil, volviéndose cotidiano el estar en contacto y viendo al otro. Se mensajeaban a diario comentando las cosas que les pasaban en el día y a veces simplemente para saber del otro, usando excusas ridículas como "¿Has visto esta serie?, está en Netflix" o enviando un video o foto de algo gracioso. El otro siempre respondía y la conversación siempre fluía.

También se llamaban mucho por teléfono, muchas noches se habían desvelado hablando de todo y nada, Andrei incluso se había dormido una vez mientras él y Hernán veían una película cada uno en su casa y la comentaban al teléfono. El moreno había notado que estaba cansado, había tenido una larga semana de exámenes, sin embargo Andrei le había dicho que una noche tranquila con él, incluso sin verlo, era lo que necesitaba para dejar la semana atrás y por supuesto que Hernán no había podido negarse, si hablar con Andrei era una de sus cosas favoritas para hacer antes de dormir y su voz adormilada tenía el poder de derretir sus músculos.

Durante ese tiempo también se habían visto muchas veces, los días más ocupados se reunían en un café a media tarde o a veces a almorzar; y cuando tenían más tiempo salían de noche, a cenar o a bailar o simplemente a caminar por ahí. Desde que se conocieron no había pasado un fin de semana en que no se vieran.

Nada había ocurrido entre ellos después de esa primera noche que pasaron juntos, pero la confianza y la intimidad que habían construido era innegable. Ninguno se dio cuenta en qué momento comenzaron a llamar "citas" a las salidas que tenían, ninguno corrigió al otro tampoco y cada vez que iban a una, las cosas se volvían más espontáneas.

Cómo esa vez que Hernán llevó a Andrei a un restaurante francés. El moreno estaba muy nervioso porque él jamás había ido ahí, pero se lo habían recomendado mucho y quería impresionar a Andrei, sin embargo, él estudiando cocina, tenía un paladar muy refinado y Hernán no quería que el castaño pensara que era un ignorante. Todo el nerviosismo quedó en el auto cuando Andrei lo miró con una enorme sonrisa surcando su rostro al reconocer el lugar.

- Siempre he querido venir aquí, amo la cocina francesa y el chef es sequísimo - le había dicho lleno de entusiasmo.

Andrei le recomendó algunos platos a petición de Hernán y le enseñó a elegir el vino adecuado, agradeciéndole entre bromas que esa vez no le permitiera quedar en ridículo por su opción de vestuario. Hernán no creía que eso fuera posible, Andrei se veía bien con cualquier cosa, pero esa noche estaba especialmente despampanante en ese traje negro y esa camisa morada. Durante esa velada Hernán había hablado de cuánto amaba a su hermana Julieta, que tenía una discapacidad y el castaño le había sonreído con ternura y había tomado su mano a través de la mesa, al moreno se le había retorcido el estómago de emoción y se permitió darle un apretón y no dejarlo ir por el resto de la noche. Menos lo había hecho cuando Andrei le contó respecto a su familia y cómo gran parte de ella le había dado la espalda cuando se enteraron que era gay.

- Ahora ya no me afecta como antes... o sea no es lo ideal, pero mi mamá, mis hermanos y algunos primos están bien con el tema, algunos de mis tíos prefieren ignorarlo, pero ya no me interesa buscar su aprobación, este soy yo y no voy a cambiar - le dijo y Hernán no pudo sentir más admiración.

- ¿Por eso dijiste que España no era para ti? - Andrei asintió.

- Mi hermano mayor se fue por trabajo y mi mamá lo siguió al poco tiempo llevándose a mi hermano menor con ella, a su mejor amiga de la infancia y de toda su vida le diagnosticaron cáncer, así que quiso acompañarla, quería que fuera con ella, pero en España está la mayor parte de mi familia que no me acepta, así no era una opción para mí, además aquí tengo a mis amigos.

A primera vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora