true love finds you in the end. ;; freebat

8 ;; Freddy

Domingo, 1:46 p.m.

—¡BILLY!—mi susurro-grito lo hace saltar.

—No me asustes así.

—Perdón, perdón—me acerco a él y lo jalo de la manga de su sudadera—Mira esto—señalo un estante—¡Eres tú!

No es un cómic, en realidad. Es una especie de recopilación de artículos sobre él y relacionados, pero aún así es interesante e increíble. Agarro una copia y comienzo a hojearla junto con él.

—Como tu mánager, me siento muy ofendido por no estar obteniendo ganancias de esto—digo. Se ríe.

—Es... extraño. Verme así. Bueno, no verme a mí pero tú entiendes.

—¡Es genial! Casi tan cool como Superman.

—Casi... porque no te mencionan a ti.

—Bueno, sí lo hacen. Es una página pero algo es algo, ¿no, alma de rayo?

—¿Nos vamos a llevar a llevar así, Freeman?

—No es como si antes no lo hicieramos, Batson.

—Antes no podía hacer esto—con su mano baja la mía y se acerca a mí. Está peligrosamente cerca de mí. Muy, muy cerca. Recuerdo que una vez pensé esto. No así, de esta manera, sino que cuando me di cuenta de que estoy enamorado de Billy, traté de mantener mi distancia—no como el viernes, eso fue porque ya no podía soportarlo—por unos días porque si me acercaba demasiado a él, terminaría besándolo o diciéndole que me gusta. Me mantenía ocupado pensando que cualquiera de las dos pudo haber terminado horriblemente mal. Al final ambos hicimos las dos.

—¿Te estás metiendo con un niño lisiado?—su risa hace que se aleje de mí.

—Eso suena terrible.

—Porque lo es. No deberías hacer esas cosas, Billy—vuelve a reír y después camina a ver otras estanterías. Pasamos alrededor de media hora viendo cómics. Intenté subir al segundo piso, pero él me dijo que aún no podía. Al final, yo elegí 5 cómics—incluyendo el libro sobre él—y Billy eligió 2. Los pagamos y después él me llevo al segundo piso.

—No es la gran cosa pero... bueno. Podemos relajarnos aquí mientras leemos—dice. Es una sala parecida a una biblioteca pero con estanterías llenas de cómics. Hay un grupo de personas sentados en una mesa en un rincón. Caminamos hasta unos pequeños sillones que hay en el suelo en el lado contrario del grupo. Nos sentamos y me acomodo de manera que me puedo recostar en su pecho.

—Es genial. Nunca había estado en un lugar como este. Tampoco sabía de su existencia. Gracias—digo.

—¿Gracias por?

—Esto. Tú. Nosotros. ¿De verdad harás que diga estas cosas?

—Yo no te hago decirlas.

—Sí lo haces.

—¿Entonces debería callarte?—Por dios. Él es así desde que lo conocí pero ahora que somos lo que sea que somos actúa más así. Sólo sonreí, me hice un poco para atrás y levanté mi cabeza para verlo a él. Él también me mira y se acerca para darme un beso rápido.

—No de esa forma.

—¿Qué?

—Digo, sí de esa forma pero sólo cuando estemos juntos. Los dos, solos. O con desconocidos. Me da miedo que puedan reconocernos—digo. Espero que eso no lo haya molestado. Cuando besa mi cabello, ese pensamiento se esfuma.

—Está bien. De todos modos, creo que pasaremos desapercibidos—vuelvo a subir mi cabeza y lo beso. Me sonríe y abre uno de los cómics, es de la Mujer Maravilla. Él lo sostiene y yo le ayudo a pasar las páginas cuando mueve su pulgar levemente hacia arriba como señal de que ya termino de leer. Nos mantenemos callado la mayor parte del tiempo, a veces hacemos comentarios. El tiempo se pasa volando junto a él.