CAPITULO SEIS

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VI.

Acomode mi pelo en una trenza al costado, para que este no me molestara a la hora de trabajar. Estaba entrando por segunda vez al Hall de Royale, y me podia decir que sus lujos eran propios de la reina de Reino Unido. Todo estaba elegido con sumo cuidado para que juntos lograran una increíble armonía. Lo único que no encajaba para nada en el lugar era mi atuendo, pantalones sueltos de algodón, converse negras y una sudadera por encima.

Espere en la mesa de entrada como lo había indicado el encargado. Llevaba al menos media hora esperando. Tal vez ya se habían arrepentido de haberme dado el empleo. Un empleo que había caído sobre mí por arte de magia. Seguro debía servirles la cena a algún que otro trajeado multimillonario, a juzgar por la hora. 8:45 pm hasta que el ascensor con el encargado por fin bajo.

- Creo que debe haber un error – dijo mirando mi vestimenta como un radar - ¿No te mencionaron que debías venir dentro de unas horas? – negué con la cabeza – Solo por esta vez lo dejo pasar, odio los errores – apretó el botón del ascensor antes de continuar – Cuarto piso, habitación 245. Ahí puedes mejorar tu atuendo hasta que lleguen las demás –  finalizó entregándome una tarjeta electrónica.

Las puertas del ascensor se abrieron y marque el piso que me había indicado. Una vez dentro pense:  ¿A que se refería con mi atuendo? Estaba demasiado desalineada para encajar en este lugar, pero no venia a eso sino a trabajar. Cuando el ascensor se detuvo y abrio sus puertas dejo a la vista una hermosa galería dorada, esta era demasiado grande para ser un pasillo. Estaba cubierta por una alfombra color roja y los enormes candelabros que colgaban del cielo raso le daban ese toque de elegancia tan puro.

Camine viendo puerta por puerta hasta encontrar la que buscaba. El aire estaba impregnado del  perfume que largaban las rosas, los claveles y  las orquídeas que decoraban el lugar.  Al fin de unos minutos estaba frente a la enorme puerta, Room 245. Tome la tarjeta y la pase por el lector que se encontraba a un costado de la puerta  y esta se abrió.

Hasta ahora no había ningún defecto en este lugar, a simple vista, la habitación era tan y aun más elegante que la galería.  Lo primero que se veía era el enorme sillón en L que decoraba la sala. Era blanco repleto de almohadones de diversas telas con textura y colores como bordos, rojos, morados y dorados. Tire la mochila de tiras que llevaba conmigo a un costado y me senté a disfrutar de su comodidad. Sin duda, si tuviera dinero viviría en un lugar así. Repito: si lo tuviera.

Mas allá del sillón había una barra de cocteles con diferentes bebidas, frutas y copas. No había ningún rincón donde no desearía ver. Tome un manzana y la mordí con todo el placer de un estomago vacio desde hace tres días.  Mire hacia la derecha y había una enorme cama, tan grande como para que entrara todo un equipo de básquetbol.

Me acerque a esta a admirar su majestuosidad. Tenia un Dosel, y los barrotes que sostenían a este eran tan dorados como el oro y no me sorprendería si estaban hecho de este metal.
Luego de admirar su estructura me tire en ella. No tendría algún problema si tuviese que pasar toda la noche acostada aquí. Mordí otra vez la manzana admirando la suavidad del hilado de la cama. A la izquierda de esta había un gran ventanal, y si el lugar era hermoso la vista iba a ser aun mejor. Mientras me dirigía al gran ventanal escuché la puerta abrirse.

- Hola – dijo una voz femenina.

Fui hasta donde provenía y me encontré con una hermosa mujer, no mucho mayor que yo, con un hermoso vestido negro pegado a su esbelta figura. Al quedar a su vista hizo un gesto de asco que trato de tapar con una sonrisa.

- Soy Alison – se presento acomodando su cabello.

- Jane, Jane Richard

Me acerque para extenderle la mano en forma amistosa pero esta la rechazo. Se sentó en el sofá y empezó a mirar sus uñas.

Por Equivocación (Mistake) H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora