CAPITULO SIETE

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VII.

Luego de haberle confesado mi nombre esperaba que me interrogará lo que quedaba de la noche, pero se limitó a sonreír y volvió a sumergirse en la televisión. Luego con el control en mano comenzó a cambiar reiteradamente de canal tratando de encontrar algo de su agrado, supongo.

- ¿Estas consiente que si quieres el dinero que te prometió Jeff deberás quedarte toda la noche?-  dijo prendiendo la luz de la sala.
Cuando dijo eso baje la mirada. Casi olvidaba por completo porque me encontraba ahí. Estaba por equivocación, por desesperación de obtener el dinero necesario para mantener la casa.

El silencio profundo de la habitación era incomodo para ambos, pero ni él ni yo intentamos decir algo.

A medida que pasaba el tiempo el sueño se hacia presente en mí. El cuerpo me pesaba toneladas y cada vez era más difícil mantener la cabeza en alto. Y aún que luchaba por mantenerme despierta los parpados se me cerraban.

- Bueno, chanton noir, es hora de dormir - dijo levantándose del lugar que había ocupado desde que llegamos - Si quieres puedes quedarte ahí en el sillón o  puedes venir a mi cama... que es suficiente grande para lo dos - dijo con un poco de picardía.
Pero no espero mucho tiempo mi respuesta, simplemente desapareció de mi vista.

Mi estómago comenzó a rugir pidiendo un poco de comida. Casi podía saborear  un plato lleno de huevos fritos. En ese momento me desperté por el chillido del aceite al tocar el sartén. Me refregué los ojos y al ver el techo tan radiante, a diferencia del de mi habitación, se me tenso el estómago.
Me encontraba extendida en el sillón, y  cuando empecé a masajear mis piernas adormiladas me di cuenta que la falda, de Alison,  estaba enrollada hasta arriba. Al instante me senté de golpe sonrojada, pero gracias al cielo una frazada tapaba mis piernas desnudas y mis pequeñas bragas rosas.

- Juraría que las mujeres combinan todo – comento refiriéndose a mis bochornosas bragas – Pero son un libro abierto – sonrió de lado sin despejar su vista de la estufa.

Si antes estaba sonrojada ahora, que había confirmado que definitivamente había visto mi ropa interior, me estaba fundiendo dentro de un volcán. Me volví a tirar cuando un rugido en mi interior me hizo doler las viseras. Mire hacia la puerta y se encontraba mi mochila colgada en el perchero al lado de esta. Listo era mi oportunidad. Me acomodé la pollera, tome los tacones del suelo y me pare decida.

- El almuerzo esta listo – habló apenas toque mi mochila. Sin mirarlo tome de esta y mi estomago rugió como un león, de nuevo. Con las manos en el abdomen me di vuelta y Harry sin decir nada colocó dos platos sobre la mesa – Es pasta Italiana – dijo sirviendo una buena porción, a la cuál no me quejaría.

- Hablas francés y cocinas italiano – dije llevando una bocanada de comida.

- No hablas mucho y tienes hambre – dijo mientras me mostraba una cucharon lleno de salsa – Mi padre es Francés y mi madre… era Italiana.

- Lo siento

- No tienes porque sentirlo si no lo sabias – agregó ante mi incomodidad - ¿Por qué aceptaste? Digo quedarte a comer, con tus huesos a la vista creí que eras una bulímica y saldrías corriendo con solo mencionarte comida – comió un poco de su pasta.

- Entonces ¿La invitación era para que la rechazara? – aparte el plato de mi y me levanté.

- No, no quédate – se paró y me acercó el plato de nuevo – Perdón si mi comentario te molesto, solo es que es raro verte hablar y no quiero que lo dejes de hacer – empezó a enrollar la pasta en su tenedor – Y por lo que veo mi sillón es mágico – agrego ante mi silencio. 

Por Equivocación (Mistake) H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora