Por Equivocación (Mistake) H.S

CAPITULO TRES

Me apoye contra la pared de un callejón esperando que los matones no me vieran en la oscuridad, además si no tomaba aire me desmallaría. Espere un largo tiempo antes de salir de mi escondite. Y después de fijarme que no hubiera ninguna amenaza tome rumbo en dirección donde sabia que podría haber una parada de autobús. Mire la hora en el teléfono y maldecía por no tener crédito para llamar a alguien, aunque tampoco tenia a quien llamar. Me abrace a mi misma para evitar congelarme.

Iba caminando con cautela, pensando en lo cerca que había estado de convertirme en la bolsa de boxeo de esos matones. Entonces, de repente un chillido de ruedas hizo que me sobresaltara. Con miedo me di vuelta, y como temía aquel auto de donde habían bajado los matones estaba a mi lado. Ya estaba lista para salir corriendo de nuevo, aunque no llegaría lejos esta vez, pero una voz ronca me paralizo.

- Te conviene entrar al auto – dijo apenas por una delgada línea del vidrio abierto - ¡Vamos entra, acabaras con mi paciencia! – levanto el tono de voz.

Pensé que el corazón se me saldría del pecho y que caería muerta antes de llegar al auto. Pero la puerta del asiento trasero se abrió y no tenía otra opción que entrar. Al entrar me esperaba encontrarme con dos orangutanes sentados, sin embargo no había nadie. No alcance subir al auto que la puerta se trabo impidiendo cualquier intento de escape.  Puso en marcha el vehículo e iba acelerando cada vez más. Los vidrios polarizados oscurecían la escena.

- Sabes – hizo una pausa mientras tiraba la colilla del cigarrillo por la ventana – No acostumbro subir a cualquiera a mi auto, pero no podía dejarte sola allá afuera – su voz era tan tranquila que no me causaba ningún temor. Aunque al ver su sonrisa malévola por el espejo retrovisor me indicaba que no debía confiar en él.

- Créeme que habla en serio muñeca – no me había dado cuenta, hasta que habló,  que había alguien mas en el asiento del copiloto. Me sentía cada vez más chiquita en el asiento trasero, eran dos contra uno. Me superaban en número y fuerza.

- No me gusta la gente que se mete en mis asuntos–dijo acomodando el espejo para verme – Espero que tengas una buena escusa que me haga cambiar de parecer sobre ti – sus ojos estaba clavados en mi esperando mi respuesta pero no era capaz de formular ni una oración. Estaba luchando por no dejar escapar lágrimas de miedo. El silencio se prolongaba y nadie parecía querer decir nada.

- Yo solo...- traté de decir algo coherente pero no sabia que era lo correcto, que era lo que impediría que me hicieran algo. Simplemente no sabia que es lo que él deseaba escuchar. Cuando comencé a hablar él me miraba expectante por el espejo retrovisor. A pesar de que la luna estaba en lo alto, su mirada era oscura como la noche tanto que apenas  podía distinguir la pupila del resto del ojo. 

Mientras  observaba con cuatela sus ojos,  su teléfono sonó. Este lo miro y se lo paso rapidamente al copiloto, el cual solo dijo unas palabras al que estaba del otro lado de la línea telefónica y término la llamada.

- Tenemos que ir por James – dijo este  apenas término la llamada.

Las ruedas chillaron por la frenada brusca que dio para dar la vuelta en la carretera. James, de seguro ese era el otro matón que estaba con Steve. 

Mire por la ventanilla para ver donde nos encontrábamos y si no me equivocaba estábamos cerca de la zona de trenes, al limite de la ciudad. Estaba tan concentrada a sus acciones que no me había dado cuenta de lo lejos que estábamos. Esto no era nada bueno. ¿Que planes tenían para mí? 

- ¿Consiguió el resto del dinero? - le pregunto a su compañero. 

- No...-  contesto este con timidez - Lo dejó ir otra vez - susurró. Al escuchar su respuesta,  el hombre de mirada oscura golpeó el volante con furia y apretó el acelerador hasta el fondo. Debido a esto las agujas del velocímetro iban subiendo llegando hasta su máxima velocidad, en cualquier momento saldrían del reloj.