Capítulo I - Parte II

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Daniel

A pesar de no tener la menor intención de seguirla, lo hice. Solamente porque recordaba que tenía una misión. Mi plan era el siguiente: memorizarme el camino hacia la aldea, una vez allí escapar; luego encontraría a Hex, el empresario que me contrató. Supongo que aún seguiría en nuestro improvisado campamento. Él era incapaz de ir a ningún lado sin mí. Además de que su sentido de la orientación era pésimo.

Mientras caminaba observé su espalda. Eran impresionantes las alas que nacían de ella. Traté de descifrar su color (lo cual era difícil ya que cambiaba constantemente), en unos momentos era de un celeste pálido, en otros eran tan verdes como su piel.

Dejé de pensar en ello cuando distinguí los primeros vestigios del pueblo: sus casas eran partes de troncos, los cuales crecieron de forma muy irregular.

―¿Ustedes modificaron esos árboles? Sé que no es de mí incumbencia, pero es que...

―Sí, los hemos modificado con nuestro glamour. No sólo los árboles, otras cosas también han sido cambiadas ―dijo con una voz maliciosa.

Su última frase me hizo darme cuenta que no me encontraba aquí en una visita turística, debía haber escapado cuando tuve mi oportunidad, si es que la tuve alguna vez. En eso otra hada se acercó, me parecían todas iguales; con lo único que los podía distinguir eran con los colores de sus cabellos. El que venía a nuestro encuentro lo tenía de color blanco, debía medir alrededor de un metro setenta, sus ojos eran negros como los de todos en este lugar, al igual que su piel verdosa, pero a diferencia de mi captora, sus alas no cambiaban de color.

―Así que al fin has decidido tener un breenum, a Rhiannon le va encantar la noticia ―dijo con una escalofriante sonrisa en su rostro.

―¡No llames al rey por su nombre! Tam.
―Yue, no es necesario que te alteres de esa forma, recuerda que es mi padre —contestó él.

Así que mi captora se llamaba Yue... era un lindo nombre, para alguien que tenía mi vida en sus manos.

―No estoy de humor para discutir contigo; necesito encontrar al rey ―dijo, exasperada. ―¿No quieres que lo busque por ti? ―respondió Tam fríamente.
―¿Y qué me pedirás a cambio?
―Mmm... déjame ver.

No llegué a conocer la respuesta, porque a pesar de nunca haberlo visto, el hecho de que todas estas criaturas se inclinarán, no le pasaría desapercibido a nadie.

El rey tenía el pelo blanco. Un color muy de moda por aquí, parece. Con él ya eran tres, y definitivamente había variedad en el lugar: amarillo, lila, naranjo, rojo, y colores tan extraños que, si no los tuviera frente a mí, jamás hubiera pensado que existían.

Estando junto a su hijo, me di cuenta de lo alto que era. Yo medía un metro ochenta, él definitivamente lo superaba, debía medir un metro ochenta y cinco, aproximadamente; aunque no pude seguir estudiándolo más porque mis análisis fueron interrumpidos por su imponente voz.

―¿Deseas que él se transforme en tu breenum? ―preguntó.

―Sí, señor, ¿qué es lo que deseas a cambio? ―preguntó, temerosa, Yue.

Aquello me impactó, parecía tan segura hace unos momentos, aunque no era de extrañar: el rey era formidable. Tenía una mirada penetrante, se notaba que infundía un gran temor, definitivamente no me gustaría verlo enojado, aunque dudaba que tuviera esa posibilidad, sea lo que sea que estaban planeando, esperaba que fuera rápido.

―Prométeme que te enlazaras con Tam ―pronunció el rey.

―¿Y Tam está de acuerdo?

―Por supuesto que lo está ―contestó con firmeza.

Al parecer él no quería entrar en detalles en cómo se había llegado a tal acuerdo.

―Entonces...Tú lo conviertes en un breenum, y yo te prometo que algún día me enlazare con Tam, ¿tenemos un trato?―preguntó Yue.

―Tenemos un trato ―concluyó el rey.

Si durante toda la conversación había sido ignorado, ahora parecía que me había convertido en el protagonista de algo porque todas las miradas se volcaron en mí. No entendía qué era lo que me iba a pasar.

Las manos me sudaban, traté de huir, pero mis piernas no me respondían, o tal vez estas criaturas me lo estaban impidiendo, y poco a poco pude observar sus siniestras sonrisas aparecer en cada uno de sus rostros. Este era mi fin.

Rhiannon se acercó a mí, una luz rodeaba sus manos. Pensé que me iba a estrangular, pero sólo se limitó a tocar mi frente... luego todo se volvió negro. 

La Flor Lunar  *[COMPLETO]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora