Capítulo VII - Parte I

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Daniel

Mi cuerpo ardía, lo que sea que me hayan hecho, terminó por dejarme completamente agotad y adolorido.

Borrosamente pude distinguir la silueta de Yue, parecía un ángel, el mismo ángel que pensé que era al verla entrar en la sala esta tarde. Se inclinó junto a mí, me puso un paño frío, se veía triste e intenté balbucear algo para averiguar qué le sucedía, pero me fue imposible.

―Sólo me causas problemas ―susurró.

Al oírlo, un nudo se formó en mi garganta, deseaba decirle que no se preocupara por mí, que estaba bien, pero... ¿a quién engañaba, cuando, hacer el mínimo esfuerzo me producía un horrible dolor? Aún me preguntaba cómo pude evitar dar un alarido cuando el hechizo me poseyó, pero sabía que sin importar lo que me pasara, no les daría el gusto. Podría ser que el orgullo fuera mi principal móvil, en realidad no tenía la menor idea, sólo... no sabía qué me pasó, pero al menos conseguí darle una lección a todos los gruceen; podrían haberme convertido en su esclavo pero eso no significaba que aceptaría sus órdenes de buen agrado. Lucharía por alejarme de ellos.

Con ese último pensamiento vagué a la inconsciencia.

Un fuerte dolor en el pecho me despertó, no pude evitar gemir, me di cuenta que la causa era Yue aplicándome una sustancia verdosa.

―¡Ay!, duele, sé más cuidadosa ―le exigí, parecía enfadada, luego observé sus ojeras, debió estar despierta toda la noche cuidándome, qué bruto era―. Perdóname, no debí hablarte así, pero es que... esa cosa me produce mucho ardor ―agregué, tratando de sonar razonable.

―Deja de quejarte, este ungüento te ayudará a sanar más deprisa ―suspiró―. ¿Por qué hiciste algo tan estúpido? Interrumpir el momento en que el rey se divertía con la ofrenda... fue lo más irracional que he visto. Estamos hablando de un simple breenum. Se iba a curar de todas formas.

Cada palabra que salía de sus labios incrementaba exponencialmente mi enojo, ¿cómo se atrevía a decir algo tan cruel, tan insensible? ¿Cómo alguien que pasó la noche cuidándome era capaz de hablar con tanta ligereza del sufrimiento de otro ser vivo?

―¡¿Qué podría entender un monstruo como tú?!

Me arrepentí luego de haberlo pronunciado, no era su culpa. Tampoco era que quisiera justificarla, pero su sociedad y sus principios, si es que los tenían, eran muy diferentes a lo que yo estaba acostumbrado en mi mundo. Pero aun así, me dolió escuchar esos pensamientos venir de ella. ¿Sería capaz de cambiarla? Yue despegó sus labios, claramente para gritarme, pero fue todo lo contrario.

―¿Y si te dijera que soy mitad monstruo?―susurró. ―¿Qué?

―Me escuchaste claramente ―dijo exasperada―, ¿qué pasaría si te dijera que soy mitad monstruo? ¿Que por mis venas también corre sangre humana como la tuya? ¿Seguirías pensando lo mismo de mí? ―contestó, vi tristeza en sus ojos, como si esperara una respuesta para sus réplicas.

Estaba aturdido, primero creía que se trataba de una broma. Al repetirlo me convencí de que no era así, ¡¿cómo podía asimilar semejante información?!

Me di cuenta que estaba tardando mucho en darle una respuesta y ella comenzaba a retirarse del lugar.

―¡Por supuesto que lo cambia, pero... ! ―grité, aún no sabía cómo decirle lo que pensaba al respecto sin herirla―. Tú te criaste entre gruceen ¿no? Lo de "monstruo" lo dije porque... ― suspire, ahí vamos―. Porque te importa tan poco el sufrimiento de alguien tan joven como Alice.

La Flor Lunar  *[COMPLETO]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora