Capítulo VI - Parte II

36 8 0
                                    

Yue

Alice gritaba, sentí su temor recorrer mi cuerpo, hace más de un mes que no degustaba algo así. Definitivamente el rey le estaba haciendo ver imágenes sombrías, algunas reales otras no, las cuales se superponían de tal manera que sería imposible para ella distinguirlas, definitivamente nuestro monarca había sido muy cuidadoso en su elección. Las sensaciones placenteras se incrementaban, pero junto a él un sentimiento extraño surgió, no sabía cómo explicarlo, pero de un momento a otro me encontraba preocupada por el bienestar de Alice. Cada vez ese pesar se acentuaba más, y eso no me gustaba porque debía experimentar aquello; estaba tan perdida en mis pensamientos que no me percaté cuando Daniel pasó junto a mí, hasta que fue demasiado tarde.

―¡Detente! ―gritó.

Todos nos volteamos a verlo, algunos parecieron asombrados, otros espantados, yo en cambio estaba aterrada, ¡¿Cómo era que se le ocurrió hacer algo tan estúpido?!

El dolor que sentí cuando Daniel había sido designado a presentarse como ofrenda volvió a mí con la misma intensidad, pero esta vez nadie podría ayudarlo, o tal vez yo podría hacer algo.

― Pero que maleducado ha sido mi breenum, espero que lo disculpen... ―dije tratando de sonar lo más tranquila posible, fallando estrepitosamente en el intento. Traté de jalar a Daniel y obligarlo a disculparse, pero sólo me bastó verle el rostro para darme cuenta que sería una tarea inútil así que lo único que podía hacer era mejorar en parte el desastre dejado―, es un poco entusiasta mi breenum, me había manifestado su deseo de ser parte de nuestra celebración, pero yo lo olvide por completo... y como mi sirviente aún no está habituado a nuestras costumbres ―haciendo hincapié en lo último― ha intervenido de la manera más descortés posible.

―Si te entiendo bien, ¿tu breenum desea tomar el lugar de Alice? ―indicó el rey.

Bueno, aquello no era exactamente lo que tenía pensado, pero a pesar de lo imprudente de mi parte, no pude evitar fijar mi mirada en Daniel. En sus ojos se veía determinación y supe que aceptaría lo que viniera con tal de evitarle el sufrimiento al otro breenum, lo cual me costaba comprender ya que ella no estaba sufriendo ningún daño físico y, aunque así fuera, ella se curaría inmediatamente; vi que Daniel intentaba decir algo pero lo detuve con un gesto, él pareció entenderlo. ¡Al fin me hacía caso! Y cuando aparté mi vista de él, me percaté que Tam me observaba. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, estaba en problemas. Esta vez él no podía rescatarme, yo lo sabía y él también era consciente de ello, pero en este momento eso no importaba, en el instante que intervine, asumí el costo.

―Sería un gran honor para mí y para mi breenum, si lo permitieras.

Daniel pasó al frente, ocupando el puesto de Alice. Esta fue sacada por dos breenum. En eso, el rey se acercó con sus manos iluminadas por la magia y tocó a Daniel. El silencio se interpuso, todos estábamos expectantes. Me sudaban las palmas, me sentía nerviosa; observé cómo una pequeña herida surgía en la frente de mi breenum, la cual se curó de inmediato, Daniel parecía desconcertado, probablemente temía sufrir algo similar a lo vivido por Alice, pero yo sabía el verdadero significado de esa lesión, comprendí que nuestro monarca no se había convencido con mis argumentos, porque el hechizo que le propinó solo era usado en quienes cometían una falta muy grave; era tan horroroso, en contadas ocasiones se usó convirtiéndose prácticamente en una leyenda, como temía, la herida volvió a surgir, pero más profundamente. E instantáneamente otras aparecieron en su brazo, espalda, que iniciaron la misma fase. Me recordaba a una planta que lanzaba sus esporas. Finalmente se desplomó en el suelo, ¡esto no podía estar pasando! Me asqueaba sentir su dolor inundar mi cuerpo, era la primera vez que eso me pasaba, Daniel era la causa de eso, no existía duda. Hace sólo una horas atrás él estaba irritándome, esperaba fervientemente a que se levantara, pero eso no pasaría, era impactante verlo tan frágil, dócil, como si aceptara su muerte, ¡No!, no permitiría que eso pasara, detendría ese ciclo eterno de sanación y aflicción; llegó un punto en que a Daniel le era imposible mantener la vista al frente, y gotas de sudor cubrían su cuerpo, las lágrimas se agolpaban en mis ojos, me dolía el pecho, deseaba intensamente cerrar mis párpados y huir de alguna forma de esta horrorosa escena. En ese momento comprendí lo que Daniel sintió hace solo un instante con Alice, y al igual que él, lo único que quería era lanzarme al medio, pedir, suplicar que parasen, sentí mi cuerpo inclinarse, a pesar que mi instinto me gritaba que era una locura, me era imposible detenerme. Necesitaba urdir algo o me volvería loca por la tortura y, como adivinando mis intenciones, Tam aprisionó mi brazo, devolviéndome a la realidad. Observé sus ojos, los cuales estaban fijos en mí, me trasmitían una determinación absoluta; él no permitiría que cometiera una insensatez, me protegería como siempre lo había hecho.

La Flor Lunar  *[COMPLETO]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora