Capítulo VII - Parte III

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Daniel

¿Por qué razón llegué aquí?

Sin quererlo estaba en el sitio donde conocí qué era exactamente la flor lunar. Este lugar estaba cargado de recuerdos, por lo que no era el más adecuado para sacar a Yue de mis pensamientos, no debería haberme comportado de esa forma, salir como un cobarde, ese no era mi estilo pero esa escena no dejaba de revolverme el estómago. Lo que más me molestaba era saber que yo no podía hacer nada para evitarlo, Yue era libre de hacer lo que quisiera; además yo me marcharía pronto de todas maneras, aunque ¿realmente era eso lo que deseaba? ¿Abandonarla en los brazos de Tam, como lo hice hace unos minutos? Tenía que dejar de pensar en ello, debía concentrarme en mi objetivo que era largarme de este pueblo lo más pronto posible.

A lo lejos distinguí una figura, se trataba de un gruceen, de eso no había duda. Tensé mis músculos, debía estar preparado para cualquier posible ataque, estaba expectante. Aguanté la respiración, la cual solté de golpe porque me di cuenta de una cabellera blanca; la que se acercaba no era otra que Yue, se notaba pensativa, algo distraída también, tanto, que casi chocó conmigo.

―¿Y tú qué haces aquí? ―preguntó desdeñosamente.

Hace tiempo que no oía ese tono de voz, desde el momento en que nos conocimos, era como si el poco tiempo que lleváramos conociéndonos jamás hubiese ocurrido, que el respeto que percibía desde la ceremonia se esfumara, no entendía nada ¿por qué se estaba comportando tan fríamente conmigo?

―¿Qué esperas para contestarme?―agregó impaciente.

―Yo... ―dije nervioso, estaba tratando de encontrar alguna excusa, además que aún seguía descolocado por esa nueva actitud―...buscaba la flor lunar ―contesté, pero de inmediato me percaté que ella no me creyó en absoluto.

―Se te olvida que solo yo puedo encontrarla ―respondió como si le estuviera explicando a un niño.

―No, pero tal vez por casualidad puedo hallarla.

―Eso es imposible ―contestó rotundamente.

―¿Quieres probar? ―vi un brillo malicioso surgir en sus ojos, realmente iba a aceptar mi reto.

―Está bien, tienes una hora para encontrarla, y te daré una pista ―cerró los ojos, tratando de percibirla―, está a cincuenta metros a la redonda ―dicho esto se acercó a una roca y se sentó.

Comencé a recorrer el sector, al menos este sitio lo conocía relativamente bien, le demostraría que estaba equivocada. Con ese pensamiento reanudé mi búsqueda.

Pasaron los minutos, pero aún no hallaba nada, y dirigí mi vista a Yue; observé una sonrisa decorar su rostro, realmente se estaba divirtiendo, aquello me alegró, sin importar que yo fuera el motivo, comenzaba a creer que durante su infancia no tuvo mucho tiempo para entretenerse como lo estaba haciendo ahora.

―¿Ya te rindes? ―gritó.

―¿Tú qué crees? ―contesté.

―Definitivamente creo que no, jamás renunciarías a algo ―o a alguien, agregué mentalmente, sería ella la primera excepción en mi vida―, pero lamento decirte que sólo te quedan dos minutos.

En ese poco tiempo realicé un sondeo general, ¿dónde estaba?

En eso, Yue se acercó, supe que el tiempo se había terminado. Me sentí frustrado, pero ella parecía triste, era extraño, hace un momento reía felizmente y ahora... no entendía nada.

―Es algo de herencia familiar, solamente los miembros de mi familia pueden encontrarla ―se volteó hacia mí, me regaló un intento de sonrisa, estaba procurando ocultar su melancolía; quería exigirle que me explicara qué le pasaba, pero me abstuve porque, sea cual sea la causa, lo que menos quería era remover viejas heridas, de eso yo sabía de sobra―, estuviste muy cerca ―dijo, me costó recordar de qué me hablaba, me había perdido en mis pensamientos―, te mostraré.

La Flor Lunar  *[COMPLETO]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora