Amor A Primera Vista

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1146 no podía moverse, su cuerpo estaba paralizado y aún no lograba asimilar lo que estaba sucediendo.

–¿ Hakkekkyū... San?

AE3803 volvió a llamarle, inclinando su cabeza ligeramente hacia un lado en señal de confusión. El neutrófilo, al ver el tono escarlata en el rostro de la eritrocito con esa dulce expresión, se quedó sin palabras.

–Ho...Hola, Sekkekkyū –respondió con dificultad.

–¿Mmm?

Ella se acercó peligrosamente al rostro del glóbulo blanco, que para estas alturas, ya estaba tan rojo como una célula sanguínea.

–¿Se encuentra bien?, Está muy colorado.

1146 estaba en una situación realmente comprometedora, sentir la calidez del cuerpo de ella sobre el suyo le estaba haciendo experimentar sensaciones que no sabía que podía tener.

No era la primera vez, verla tan seguido fue despertando un extraño interés que no sabría explicar, tan sólo sabía una cosa, él quería estar la mayor parte de su tiempo con ella.

–N...No es nada –cubrió su vergüenza bajo la gorra como siempre solía hacerlo. Debía controlarse, pero en todo su entrenamiento jamás le explicaron cómo escapar de situaciones así.

El grupo de neutrófilos estaba tan rígido como su compañero en el suelo. Tan sólo observaban la situación entre ambas células que cada vez se tornaba más íntima.

–¡No veas eso! –2626 cubrió la vista de 4989 repentinamente.

–¡Agh!, ¡déjame ver!

–2626 tiene razón, eres demasiado joven para estas cosas.

–¡No!, ¡déjenme ver la acción! –replicó, sacudiendo los brazos a los lados.

Mientras ellos discutían, AE3803 comenzó a reír un poco por la situación.

Los fagocitaré en cuanto me libere de esto... –pensó 1146 al escuchar los perversos pensamientos de sus compañeros.

–¡Ahí estás!

Los neutrófilos detuvieron su discusión al escuchar aquellas palabras. AE38 fue arrastrada por otra eritrocito que también era conocida entre los glóbulos blancos y 1146 no podía estar más agradecido con ella, pues su fuerza de voluntad se había ido por el intestino grueso en segundos.

–¡Se...Senpai!

AA5100 tenía atrapada a su kōhai rodeando su cuello con el brazo, además le frotaba su rojiza cabellera con cariño.

–No puedo dejarte un segundo porque corres a los brazos de tú querido héroe, ¿eh?

–¡N...No lo digas tan alto!, Senpai.

1146 se había levantado y logró escuchar parte de esa conversación, sintió felicidad en lo profundo de su núcleo con aquellas palabras, pero a la vez, vergüenza.

–Gracias por...

–¿Quitártela de encima? –completó AA51, arqueando una ceja.

–No, bueno, ca...

–No bromees conmigo, estoy segura que deseabas estar así con mi querida kōhai por más tiempo –sonrió con picardía, incomodando al neutrófilo.

–¡A...Aguarda!, No estábamos...

–Que ella te quiera no te da el derecho de profanarla –decía, frunciendo el ceño mientras picaba la mejilla de AE38 con cariño.

–¡Se...Senpai! –chilló apenada pero sonriente.

La imaginación de 1146 voló, y aunque tratara de evitarlo, una imagen sensual de su adorada eritrocito se dibujó en sus pensamientos.

–Oye, ¿estás ahí?

Le llamó AA51, pero era totalmente inútil. El respetado leucocito estaba ido en sus pensamientos para nada puros. Al no tener respuesta, su mirada se paseó por los demás presentes, es decir, los compañeros de 1146.

Lo extraño era que dos de ellos estaban en el suelo, al parecer, víctimas de un sangrado nasal. Solamente uno quedaba en pie, pero no podía distinguir si la miraba o no, puesto que su cabello cubría sus ojos.

Soltó a su querida kōhai y dio un par de pasos hacia él, tambaleándose ligeramente.

–¿Qué estas mirando?

–Hola –saludó 2626, alzando su mano.

Ella se le quedó mirando, como si lo analizara de pies a cabeza. A final de cuentas, no era muy distinto a otro glóbulo blanco.

–¿Qué tal tu día? –preguntó el neutrófilo.

–¿Eh?

Claramente AA51 no esperaba esa clase de pregunta, ni siquiera se hubiera imaginado a sí misma hablando con un glóbulo blanco, pero algo le hacía ignorar todo aquello a lo que nunca se había atrevido.

–... Bien.

–Es un día relajante, ¿No te parece?

–Sí...

La eritrocito solo podía ver una sonrisa en el rostro de aquel leucocito, la curiosidad la invadió por completo, quería saber que ocultaban esos mechones albinos. Frunció el ceño y sin previo aviso, se acercó lo suficiente como para deslizar su mano por el rostro de aquel glóbulo blanco, haciendo a un lado el cabello que cubría su mirada.

AA51 quedó en shock, la mirada de ambos se cruzaba por primera vez, desvelando el atractivo rostro que cubrían aquellos cabellos. Sus sonrosadas mejillas ardieron aún más, sintiendo una calidez aflorar en su interior.

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