capítulo 5 🌙.

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[Narradora]


Cecilia llegó a su casa bastante agotada por las pocas horas de sueño y se fue directamente a la cocina para agarrar algo en la heladera. Pero, lamentablemente, se encontraba su madre sentada en una banqueta alta mientras habla por teléfono.

Trató de pasar despersivida, pero lo hizo sin éxito.

-engordarás si siempre que llegas comes esas cosas, cariño.

Últimamente estaba muy obsesionada con el tema del peso; del suyo, del de su hija y hasta el de su marido

Pero con el peso de su hija estaba muy equivocada.


Ella era normalmente flaca para su edad, tenía piernas largas, no muy anchas; curvas no muy marcadas, pero lindas curvas al fin. Cara con finas terminaciones, cuello al cual se le marcaban sus clavículas y un cartílago de su cuello.

Era hermosa. Ella no se veía así, claro que no. Pero lo era y demasiado. Todos lo sabían, hasta su madre.

Pero al parecer, ella se quejaba del peso ajeno porque cuando era pequeña no tenía el sensual cuerpo de su hija... No lo tiene ahora y tampoco lo tendrá.


Pero no tenía de qué preocuparse, su hija jamás usaría su figura para seducir a alguien en su beneficio. O bueno, no lo haría a propósito.


Cecilia sólo la ignoró y siguió su camino. Grave error. Su madre ya estaba agarrando su brazo con muchísima fuerza, haciéndole daño.


-¿q-qué haces, mamá? - dijo la pecosa con su voz rota ya que sus antebrazos ardían y dolían demasiado.


-¡¿acaso no me has escuchado, parásito?! - habló, o más bien, gritó Issabela, su madre.


Era la primera vez después de mucho tiempo que la llamaba de esa manera. Y el significado que le daba su madre a la palabra "parásito" era el de una persona que nunca hace nada por los demás, solo duerme, come y da desgracias.

Así la llamaba a su hija. Ella se sentía débil. No lloró. No merecía que ninguna lágrima vuelva a caer por su culpa. Aunque el hecho de que la sostubiera de esa manera, con esa fuerza y le gritara con ese odios, había pensado mil veces en largar muchas de esas gotas saladas.


-sí, s-sí; perdóname, mamá, ya lo dejaré, perdón - hablaba rápidamente Cecilia mientras miraba los ojos de su madre, los cuales transmitían odio y parecían estar llenos de ira consumida.

-deja eso ya mismo si no quieres dormir en la calle. - amenazó y la soltó bruscamente haciendo que la otra hiciera un gemido de dolor.


Cecilia dejó ese pequeño alfajor de chocolate en la mezada de su cocina y salió corriendo.

Sky ;; Sophia LillisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora