—¿Prometes que no le harás nada a mi hija? — veía fijamente Tom al rubio enmascarado quien asintió algo nervioso tragando saliva. No le retiraba de encima esa mirada amenazadora.
No es que Tom no confiara en Chat Noir, él sabía que era un buen chico de sentimientos nobles con sentimientos genuinos por su hija (aunque él lo llamara "amistad") pero siempre era necesario recordarle que cuando se trataba de su hija, él nunca bajaría la guardia, ella era su tesoro y si algo le hacía poco le importaría que se enfrentaba al protector de París.
—Ya, Tom, ya vámonos. Se nos hace tarde. — enunció Sabine divertida jalándolo del saco. —Estará bien, Marinette sabe cómo defenderse por si acaso ¿Verdad? — la joven asintió con una pequeña sonrisa.
Sabine tuvo que arrastrar a su esposo hasta la salida mientras él continuaba con su mirada en el minino asustado. En cuanto se fueron Chat soltó un suspiro y relajó su postura. Volteó de inmediato hacia donde la fémina.
—¿Me podrías decir por qué hiciste un llamado de auxilio, princesa en peligro? — Marinette le hizo una sonrisa pícara y le pasó un mandil. Chat lo vio asustado. Oh, diablos.
Una vez puesto el mandil, Marinette lo condujo hasta la cocina de la pastelería y ahí, empezó a subir varios ingredientes a la isla. Se movía con agilidad, algo bastante sorprendente en ella a decir verdad, parecía saber con seguridad cada paso que debía hacer. Chat quería ayudar, pero...
Más ayuda el que no estorba.
—No me digas. Vamos a hacer un pastel, pero en un momento nos distraeremos y empezaremos a lanzarnos harina divertidos hasta terminar besándonos. Buen intento, princesa; pero no soy un gato fácil. — Marinette lo vio seria con sus brazos cruzados ¿Había dicho algo malo?
—No, no es eso, Chat; ya quisieras que fuera así de fácil sacarme un beso. —tiró con una pequeña sonrisa. Se encogió de hombros. — Mi papá se empieza a preocupar, vienes acá y comes un montón de croissants. Quiere que se los repongas, así que... — le pasó un tazón enorme vacío. El rubio miraba preocupado aquel traste.
—Se los pagaré, lo juro, palabra de gato que lo hago, por favor, te lo suplico. — rogó el minino tratando de ver compasión en la Dupain, ella soltaba risas malévolas ¿En qué clase de penitenciaria acababa de entrar? Empezó a soltar risitas nerviosas al no hallar rastro de piedad. — Sabes, ya no me molestaría que acabáramos llenos de harina y besándonos.
Marinette soltó una carcajada, incluso colocó sus manos en estómago del dolor que le causó. Ella gozaría de su sufrimiento, lo sabía. Era un ser cruel, despiadado y sin corazón; jamás imaginó eso de su "Ladybug del día a día".
—Chat, yo sólo accedí quedarme a cuidarte porque quería disfrutar de verte así, además... — sacó su celular y empezó a grabarlo. — "CHAT NOIR EN LA COCINA. NO IMAGINARÁS COMO TERMINA" me parece el nombre de un video que podría estar en tendencias. — la mueca de molestia que hizo su amigo en ese momento fue legendaria, estaba por completo seguro de que jamás la olvidaría; cada momento, cada risa que le lograba sacar sólo le demostraba que ese chico empezaba a marcar su vida de una manera muy peculiar, muy tierna. Lo vio resoplar.
—¿Cuántos tengo que hacer?
—36.
Desde ese día Adrien Agreste no volvió a disfrutar tanto de los cruissants.
Día 5: Cocinando; Palabras: 575
Quizás escribí poco pero este sí fue un verdadero reto. Todo el día estuve pensando en algo que fue lo menos cliché posible y en un momento incluso termine escribiendo esa escena de ellos cubiertos de arena. Se me complico muchísimo centrarme en un lugar como la cocina ya que yo no soy alguien que vea precisamente con amor a ese sitio, por eso terminé decidiendo que fuera la penitenciaría de Chat, para que alguien sintiera mi dolor.
Y para los que se lo preguntan, sí, todos, a excepción del AU griego, los escribo imaginando que son anécdotas de una misma historia.
¿Qué les parece?
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Drabbles Marichat
ФанфикTreinta y un relator sobre elocuencia, amor y ceguera; sobre una panadera, un gato y París.