3. Gatitos

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—¿Y para qué exactamente hacemos esto?

El minino cargaba aquella caja repleta de gatitos sin poder parar de verlos. A pesar de que eran cinco criaturas no pesaban nada, eran sumamente tiernos con su pelaje y sus pequeños maullidos emitidos sin cesar. Sus cuerpecitos eran tan pequeños que podría cargarlo fácilmente con su meñique. Marinette se encogió de hombros.

—Su mamá era de la calle y cuando la encontré ya estaba muy enferma. Los tuve a ella con sus bebés por un par de días esperando a que mejorara, desgraciadamente no lo hizo y mi madre no me permite tener mascotas así que...

La vio detenidamente, su mirada se tornó un poco triste. Se imaginaba lo duro que debía de haber sido para ella luchar para que la mamá de los gatitos viviera y al final no haber conseguido nada.

Ya había pasado por algo no comparable pero sí similar.

La escuchó respirar profundo.

—¿Estás seguro de que tú no puedes tenerlo? Creo que ya se encariñaron contigo. —tiró con una pequeña sonrisita viendo como los gatitos se arrinconaban al lado de la caja que se encontraba apoyada contra el pecho del rubio. Él sonrió de igual forma.

Ojalá pudiera, pero su papá jamás le dejaría.

—No me gusta mucho socializar con otros gatos.

Y así continuaron entre los malos chistes de Chat y anécdotas de Marinette caminando por las calles de París hasta llegar a una plaza ligeramente concurrida. Aquella pareja de amigos difícilmente pasaba por desapercibida y se hacían pasar por "amigos". Más de uno le lanzaba una mirada de reojo y se preguntaban quién era esa chica, incluso el más conocedor se cuestionaba "¿Qué hacia la creadora de la portada del álbum de Jagged Stone con el héroe de París". Teorías locas cruzaban por la cabeza de las personas.

Y es que, no es que fuera poco común encontrarse con alguna celebridad en la ciudad del amor, todo lo contrario; pero la manera en la que interactuaban esos dos y brillaban sus miradas con sólo tener la compañía del otro y ¡Vamos! Esas sonrisas que se echaban uno al otro no podía tratarse de un par de amigos.

Se sentaron y esperaron a que las personas se acercaran a ver si adoptaban a los pequeños. Ella era muy cuidadosa con las personas a las que le entregaba las criaturas; preguntaba si realmente los querían y analizaba su rostro al recibir la respuesta.

Chat sólo mantenía la miraba; se veía a leguas su deseo de no querer deshacerse de los mininos y a su vez aceptando que no tenía otra elección, aun así, los entregaba con la sonrisa más sincera que podía.

Jamás se cansaría de decirlo, Marinette era una chica excepcional.

Y en momentos como estos, se olvidaba por completo de su compañera de batallas. La azabache que justo ahora tenía en frente lo sosegaba, lo hacía sentir en una increible serenidad y calma, jamás se aburría de jugar con ella o hacerla reir. No se imaginaba su vida sin ella y realmente deseaba tenerla en su vida por muchos más años.

Únicamente sobraban un gatito y el atardecer empezaba a perder sus colores rojo intenso para tornarse oscuros. Una niña jalaba con vehemencia a su madre hacia el par de amigos para que se apurara.

—Mamá, mamá. — soltaba entre brinquitos la niña. —Quiero un gatito de Chat Noir y su novia. — ambos jóvenes se sonrojaron de inmediato y empezaron a negar frenéticos. La mamá cargó en un veloz movimiento a su hija algo avergonzada.

—Nora, eso no se dice así nada más. — le reclamó su mamá. — ¿No ves que su novia es Ladybug?

El gesto de Marinette ya no era de vergüenza, simplemente soltó un suspiro; en cambio Chat le lanzó una sonrisa picarona.

—¿Por qué te molestas, princesa? ¿Acaso estás celosa? — Marinette rodó los ojos divertida.

—Ya quisieras. — "Si tan sólo supieras" pensó.

La pequeña tomó a una criatura y después de darles un enorme abrazo a ambos agradecida por su nueva mascota, se retiró. Una vez ya los dos solos sin gatitos, Marinette observó la caja vacía aún con una pequeña sábana que les había puesto ahí. Sintió de repente los brazos de Chat rodearla por la espalda.

—No te pongas triste, Mari; ellos estarán bien, están con buenas familias. — ella regresó su mirara hacia él, pudo encontrar consuelo con tan sólo ver su apacible rostro.

—Lo sé, es que me hubiera gustado quedarme con tan siquiera uno de los gatitos ¿Sabes? — él se separó para poner sus rostros frente a frente.

—¿No me ves? Yo siempre seré tu felino, jamás me iré de tu lado. — ella tiró una ligera risa, sin duda era un lunático. Él pensó en que otro comentario divertido podía hacer para levantarle el ánimo. Se le vino algo a la mente. — Esa no es mi única ventaja. Recuerda que también soy tu novio.

Quiso hacer una broma por el comentario dicho por la niña hacía unos instantes, pero al ver los ojos de Marinette mirarlo con sus mejillas completamente encendidas, se dio cuenta de su grave error. Su corazón latió rápidamente.

Mal comentario, Chat Noir.












Día 3: Gatitos ; Palabras: 866

Lo siento por subirlo a estas horas, pero prometo que di lo mejor de mi Marichat en este escruto. Lo sé, la mayoría pone super eróticos a estos dos pero yo simplemente no puedo, ahh, o sea, son dos cositas que están aprendiendo amarse a sí mismos con la compañía del otro. Quizás si mas adelante hago un Aged up pueda pero por ahora no.

Me gustó, la verdad. No me acordaba de cuan hermoso podía ser este shipp.

¿Qué les pareció?


Drabbles Marichat Where stories live. Discover now