—Ríndete ya, chatton; hoy seré tu dueña.— musitó con una sonrisa gozosa de ver al minino bajo su merced.
—Oh, princesa; como adoro que te pongas así; pero yo seré el que mande aquí y me darás tu delicioso panqué.— soltó casi en un jadeo mientras observaba cómo la azabache deslizaba sus dedos dulces y delgados con aquella mirada traviesa a la que simplemente no se le resistía.
—No, nene. Hoy no soy tu princesa.— Chat empezó a transpirar demasiado al ver como la mano de la joven se acercaba más hacia su dirección. Oh, mierda, no ¡No!
—¿Princesa? ¿Qué planeas?— pronunció nervioso al ver que ella continuó con un breve gateo para aproximarse aún más.
—¿Tu primera vez, gatito?— diablos, no, no, no. Que el santo gatuno lo ayudará a escapar de esta ileso.
—Princesa, por favor, detente.— suplicó. Ella soltó una risa algo malévola burlándose de la desgracia toda la noche.
—Vas a quedar precioso cuando acabe contigo.
Y así, Marinette alzó la carta del memorama de princesas Disney que ella tenía y definió quién era el vencedor de aquella ronda. Chat se talló la cara sintiéndose totalmente derrotado, sería la burla de Plagg por años y tendría que darle ración extra de camembert para que callase. Molesto kwami, molesta Marinette quien ahora hacía un baile (que le resultaba tierno) de victoria.
—No me parece justo, todas las princesas lucen iguales para mí.— respondió en un puchero cruzándose de brazos. Marinette regresó a verlo incrédula.
—¿Acaso eres ciego? Si esta es morena y la otra es rubia.— dijo alzando las cartas de Tiana y Aurora respectivamente. El rubio la empezó a ver molesto.
—¡Claro que no! Todas usan corona y son mujeres. También usan vestidos pomposos. Todas las princesas son iguales.— soltó haciendo corajes. De repente reflexionó sus palabras. Volteó hacia su amiga.— Excepto tú, princesa, tú eres la más única de todas, eres preciosa ¿te lo he dicho?— cuestionó nervioso mientras colocaba un beso en sus nudillos como ya era costumbre. Marinette negó.
—Para que veas que soy justa te haré el panqué que querías.— entonó con seguridad la fémina observando cómo un enorme gesto de felicidad se dibujó en el rubio al escuchar esas palabras y, antes de que éste le pudiese agradecer, alzó su índice como advertencia.— Pero...— el varón sintió un golpe en su corazón, tembló ¿Que se le podría ocurrir en su macabra cabecita como para detener su alegría así de repente?
—Por favor, hagas lo que hagas ten piedad de mí.— se hincó de rodillas para suplicarle, pero en la mirada de la azabache no se hallaba ni una pizca de misericordia.
—Hay algo en esa caja para ti, póntelo y en cuanto llegue quiero verte ya listo para una sesión de fotos, de lo contrario me comeré el panqué yo ¿te parece?— el minino volteo a ver hacia el sillón con aquella caja con miedo. Su princesa no podía ser tan maligna ¿o sí?
—Te reto a otro juego que no sea memorama.— suplico desesperado, ella solo continuaba negando.
—Acepta tu derrota, minino, sé un buen perdedor.— se encaminó hacia la salida de su habitación dejando solo al chico quien aún observaba aterrorizado aquella caja ¿que podría encontrar ahí? ¿Plumas de pájaro que lo harían estornudar sin parar? ¿Croissants mohosos que le mostrará que alguien había sido capaz de desperdiciar tal alimento? No, algo aún peor; gel para cabello. Tembló de sólo imaginarlo.
Se encaminó hacia ella sintiendo palidecer, se amparó ante el minino cielo y suplicó por su dignidad.
Abrió la caja.
—¡Marinette está loca!— gritó al ver tal monstruosidad de objeto. Lo sacó sin perder de vista cada detalle. Un vestido, un vestido de princesa. Todo esto indicaba una vil trampa, Dupain Cheng siempre supo que él estaba destinado a perder. Respiró profundo.
¿Que diría Nino si lo viera en estas condiciones en su versión civil?
Las carcajadas, el suicidio social.
Aunque para ser sinceros, quizás a su padre le gustaría mucho el diseño, era bueno realmente y le ajustaba perfecto; probablemente le pediría el boceto a Marinette y le ayudaría a colocarle algunos accesorios que combinasen con sus ojos, también... ¡No, Chat, no! Esa azabache había cometido una atrocidad tremenda.
Se veía al espejo tristemente con el vestido puesto. "Héroe de Paris modela traje de princesa" ya se veía en los periódicos si había algún paparazzi observándolo en ese momento. ¿Sería muy cobarde escapar?
—¡Chat, lo hiciste!— gritó emocionada al verlo. La azabache acaba de llegar. Diablos, una mueca triste se dibujó en su rostro.
—¿No crees que te pasaste, preciosa?— ella empezó a reír y buscó su celular para las fotos.
—Descuida, sólo serán para mí.— tomó varias fotos de él desprevenido, le resultaba realmente tierno. Realmente quería esas fotos, perpetuar estos momentos con él era lo que más anhelaba. El chico aún continuaba observándose de pies a cabeza el traje, no se le veía tan molesto como imaginó, sólo algo confundido. Se acercó a él para darle consuelo.— Si te hace sentir mejor, siempre creí que eras tan hermoso como Rapunzel.— alzó una tarjeta que mostraba a aquella princesa. Él la miró con una sonrisita de media luna.
—Bueno, que no una princesa recibe su beso al final del cuento.— sugirió algo coqueto. Marinette regresó a verlo pasmada.
—¡Chat, que...
Y la besó. Esa chiquilla ya se había salido demasiado con las suyas. Le arrebató el celular a la fémina y con habilidad tomó una selfie de aquel jugoso momento.
Tener a esa francesa como mejor amiga era lo más perfecto que le pudo haber pasado.
Día 15: Encontrar; Palabras: 934
¡QUE HERMOSO PAR DE MEJORES AMIGOS! Aghshs. No sé un memorama me pareció lo mejor para este tema porque básicamente de eso va al juego. Esta era una escena que estaba incluida en un fic que nunca he publicado llamado:
Donde ellos se encuentran cada noche y fingen ser su mayor sueño (Marinette una diseñadora y Chat es un fotógrafo reconocido). Ambos se vuelven muy adictos a esa costumbre, los días que no se ven se ponen desesperados. Lo curioso sucede cuando surge un viaje escolar. Adrien ve cómo Marinette observa toda la noche la luna ella sola extrañando a su amigo minino, él quiere transformarse y estar con ella pero teme que ella sospeche.
¿Qué les parece?
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Drabbles Marichat
FanfictionTreinta y un relator sobre elocuencia, amor y ceguera; sobre una panadera, un gato y París.