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Después de despedirme de sus hermanos y acordar con Luca a que hora nos veríamos y que me diera la dirección del departamento de James, Michaelis y yo nos fuimos. Íbamos en silencio en su auto, solo se escuchaban las voces de los locutores de la radio. Yo iba concentrada de nuevo viendo la ciudad, se notaba que no hace mucho había terminado de llover, frote mis manos sutilmente, hacía demasiado frío y este auto era helado. Michaelis estiro su brazo hacia los asientos traseros y al regresarlo a enfrente me entregó una sudadera sin apartar la vista del camino.

–No es necesario.

–Te enfermaras y si te enfermas contagias a Luca y el probablemente a mí. Hazlo más sencillo. –Explicó y tome la sudadera poniéndomela.

–Gracias.

No respondió. No pasaron ni cinco minutos cuando su celular sonó, escuché a Michaelis maldecir cuando se dio cuenta que no podría responder como quería gracias a una patrulla que estaba cerca, bufó y contestó la llamada poniéndola en altavoz.

–Declan ya es noche para que estés despierto y te dije específicamente que usaras ese celular solo para emergencias. –Escuché como regañó a su hermanito, sonreí ligeramente ante esto manteniendo mi atención viendo por la ventana para que él no lo notara.

–No tengo sueño y es una emergencia –La pequeña y tierna voz al otro lado dramatizó–, además estoy escondido, así nadie podrá verme. –Escuché la tierna risa.

–Estás en mi habitación, ¿verdad?

–Nuestra habitación –Corrigió su hermanito–, y mamá nunca entra aquí –dijo y se escuchó movimiento al otro lado de la línea.

–Si llegó y veo mi cama toda desatendida te haré dormir en la tina. –Michaelis lo regañó y se escuchó más movimiento al otro lado hecho, obviamente, al propósito. Michaelis suspiro.–, ¿cual es tu gran emergencia que no puede esperar a mañana?

–Den y yo nos acabamos las gomitas ácidas de Hesh y si se entera nos asesinara a sangre fría y soy muy joven para morir.

De reojo noté la muy sutil sonrisa de Michaelis, negó y detuvo el auto cuando el semáforo se puso en rojo, frotó su rostro con su mano.

–Pasare a comprar gomitas una vez que vaya de regreso.

–Pero siempre llegas tarde y si él llega antes y se da cuenta será el fin. –Volvió a dramatizar.

Michaelis soltó otro suspiro y puso el auto en marcha.

–Pues si llega y los despierta en busca de explicaciones diles que yo me las acabé.

–¡No puedo hacer eso!, él sabe que tú odias las gomitas, me cortará la lengua por mentiroso.

–De hecho te cortará la lengua porque no han aprendido a mentir bien.

Escuché como su hermanito al otro lado de la línea lo arremedo de mal humor.

–¡Mica! –Lloriqueó.

–Dudo mucho que Hesh vaya directamente a comer gomitas, así que deja de preocuparte, compraré más para los tres y si se llega a enojar yo me encargo de él.

–¿Lo prometes?

–Lo prometo Deco, ahora vete a dormir.

–¿Prometido por un mechón? –Insistió.

–Si, prometido por un mechón –Michaelis respondió cansado–. Ahora ve a dormir.

–¿Pasarás mañana a recogernos después de clases? –Parecía que su hermanito no quería dejar de hablar con él.

Abstracto |+21| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora