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Casi quince minutos después nos trajeron lo que ordenamos, comenzamos a comer, mientras los hermanos platicaban sobre qué habían hecho en el día, aunque más que nada los únicos que platicaban eran James y Luca, de vez en cuando Alexander decía algo gracioso. Ahora yo estaba más intrigada en conocerlos y saber de ellos, con tan pocos minutos había descubierto que realmente eran fascinantes a pesar de sus distintas personalidades.

Mientras Maxon hablaba de algo sobre un viaje que quería hacer, de reojo vi a Sebastián, al cual lo había notado algo inquieto desde un par de minutos atrás, mi vista se centró en su mano izquierda, temblaba ligeramente y trataba de disimularlo moviendo sus dedos con frecuencia o cerrando su mano.

–¿Puedes dejar de verme así? –dijo de repente, pero no con un tono de voz molesto o desagradable, sonaba amigable e incluso divertido. Me sobresalte viéndolo a los ojos.

Sus hermanos dejaron de hablar y nos observaron.

–Lo lamentó. –Me disculpe avergonzada, dirigiendo mi vista y atención hacia otra cosa.

–Tampoco es para tanto, Vega.

Lentamente regrese mi vista hacia el.– ¿Por eso escribiste sobre ese tema? –Curiosa, curiosa.

Sebastián humedeció sus labios y asintió.– Realmente esta es la primera vez que escribo sobre esto, se nota que me estoy quedando sin ideas –Bromeó.–. Cuando se tienen ocho hijos uno de ellos tendrá más riesgo de enfermedad que los demás y en ese caso fui yo, tal vez sea por estadística.

–Tienes Párkinson.

–Etapa uno, así es. –Hablo.

Me quedé en silencio. –¿Es hereditario?

Sebastián negó.– El párkinson se desarrolla porque las neuronas que producen la dopamina mueren lentamente, si suele ser hereditario. En mi caso no vino de nacimiento, fue como la lotería porque nadie en nuestra familia lo ha tenido antes, fui el primero.

–Pero de todos modos casi muere. –Alexander interrumpió dramáticamente.–. El pobre nació prematuro de siete meses.

–Yo creo que por eso aveces no sabe de qué hablamos –Agregó Maxon bromeando con el tema.–, y gracias a que sobrevivió tenemos que compartir herencia con un hermano más.

Sebastián rio y le sonrió.– De nada.

Los observé y sonreí.– No creí que el párkinson se dieran en tan temprana edad. –Hable.

–Hay muchos chicos desde trece años que desarrollan párkinson, lamentablemente cada vez en más común, pero la medicina avanza y los medicamentos ayudan.

Sebastián alzó sus manos, la izquierda temblaba ligeramente y la derecha apenas se notaba el temblor, volvió a poner sus manos en la mesa.

–Por eso él médicamente y los chequeos son importantes, si no los tomará el temblor sería diez veces mayor, pero no me importa, mientras me deje seguir escribiendo, moriría si no pudiera hacerlo.

Sonreí ante eso.

–Yo lo veo bueno desde la perspectiva en que puedes satisfacer a cualquier chica con solo usar la mano, o incluso a ti. –dijo Maxon.

–Concuerdo. –Lo secundo Michaelis con una seriedad brutal.

–Son un maldito asco, esto es un tema serio y salen con sus estupideces sexuales. –James los regaño.

–La sexualidad no es ninguna estupidez. –Defendió Michaelis.

–Lo dices porque eres el que más coge de todos nosotros. –Maxon agregó divertido.

Abstracto |+21| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora