—¡Suéltame! ¡Suéltame, tú ganas! —grita el chico que tengo en el suelo —me vas a partir el brazo, maldita loca.
—¿No eras de la élite? —pregunto burlona, Deyvon se levanta con rabia.
Nathaniel me mira entre impresionado y asustado.
Estoy despierta desde las 5:30 de la mañana, al parecer, todo el mundo durmió como un bebé, excepto yo. Una vez en mi habitación, no pude pegar el ojo en toda la noche, pensando en todo lo que estaba pasando. Apenas vi un rayo de sol por la ventana, me levanté lista para la prueba, pero nadie estaba de pie.
Según Nathaniel, "temprano" significa nueve de la mañana un fin de semana y ocho de la mañana un día normal.
Todos estábamos afuera, en la parte de atrás del edificio. Nathaniel decidió hacer las pruebas al aire libre. El lugar parecía un pueblito pequeño, lleno de zonas verdes y algunas construcciones. La perfecta combinación entre naturaleza y modernidad.
Alguien trata de tomarme por detrás. Me giro rápidamente para atacar de vuelta. Él me rodea con sus brazos y aprieta con fuerza. El dolor en mis brazos aparece instantáneamente, veo sus ojos victoriosos y su cara de satisfacción al tenerme en esa posición. Mi frente se estampa contra su nariz, algo que él no esperaba. Me suelta en seguida y lo siguiente que hago es patear sus costillas con fuerza. Él se veía entre frustrado y sorprendido, le doy tiempo para recuperarse.
—¿Ya te cansaste? —le pregunto a Deyvon, con una mano en la cadera y sonriendo. El golpe en la nariz no lo había dejado sangrando, ya que no era mi propósito, solo lo había aturdido.
Se acerca con rabia, intenta dar varios golpes, los cuáles esquivo. Me lanza una patada directamente al estómago, me deja sentada en el piso, con un dolor terrible en el trasero. Ahora es él el que me da espacio a mi. Intento levantarme pero el anticipa mis movimientos y me hace una llave que me deja en el piso de nuevo, me levanta como si no pesara nada y me estampa contra el piso, dejándome sin aire e inmovilizada.
—¡Deyvon! —lo regaña Nathaniel y se acerca a mi, pero es detenido por Bas, cuando nota lo enojada que estoy.
No me toma más de un minuto recuperar el aliento, mi rabia estaba por los cielos. Detestaba que me dejaran como la débil, odiaba perder.
Se acerca a mi lentamente, mientras estoy en el piso. Cuando se encuentra lo suficientemente cerca, me apoyo en mis manos y me levanto de un salto, cayendo en su cadera, enredo mis piernas con las suyas y me lanzo hacia atrás. Su cuerpo queda en el suelo, y yo caigo sobre él, inmovilizando sus pies y sus manos.
—No ayudas a mi mente cuando estás sobre mi en esa posición —solo entonces me doy cuenta de que estamos demasiado cerca. Él aprovecha mi segundo de distracción para invertir los papeles y dejarme debajo.
Me siento atrapada, y odio ese sentimiento. Mi pecho comienza a subir y bajar rápidamente, lanzó un rodillazo a su coxis y él se desdobla del dolor y cae a un lado. Me arrodillo enseguida y lo giro para que quede boca abajo, pongo su mano entre de sus omóplatos. Él suelta un alarido de dolor y trata de invertir mi llave, pero yo lo suelto, empujándolo.
Se veía completamente enojado, trata de abalanzarse sobre mi, pero logro esquivarlo, dejando que se levante. Dos patadas, una con cada pierna, lo hago retroceder. Él sujeta mi pie cuando le lanzo una patada al rostro, lo gira tratando de derribarme, pero caigo sobre mis palmas y le doy la patada con el otro pie. Él cae hacia atrás.
—Shailene, basta, tiempo —dice Nathaniel, con un tono autoritario.
No me importa nada, solo sé que una rabia incontrolable se apodera de mi y avanzo dispuesta a seguir. Bas viene contra mi y me trata de detener, pero no lo logra tan fácilmente. Usa mi rabia en mi contra, pegándome a su pecho y haciendo que lo mire, ejerciendo presión en mi mandíbula cuando me sostiene con fuerza.
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Insignes
Teen Fiction"200206, En las noches estrelladas, cuando la luna se viste de sombras y susurra secretos al viento, nacerá el destino tejido por hilos cósmicos. Dos hijas de la esencia etérea. Su unión enfrentará sombras ancestrales, encendiendo la chispa divina d...